Por: Luis Barrera
Seguidores y admiradores del presidente Barack Obama celebraron por las principales calles de Puerto Tejada su reelección como presidente de la Nación más poderosa del mundo. Y no era para menos, muchos afrodescendientes aún ven en el mandatario norteamericano la esperanza de un continente y la reivindicación de las comunidades históricamente marginadas como los enclaves negros nortecaucanos.
En el segundo mandato del presidente, América Latina, la gran olvidada de Estados Unidos en la última década, aguarda deseos y cambios especialmente hacia la isla comunista de Cuba, la fracasada guerra contra las drogas, la implementación del TLC con Colombia y la ilusión que pueblos olvidados como los del Pacífico y el Caribe Colombiano, sean algún día mirados con ojos solidarios, aunque sin esperanzas de obtener su vieja reivindicación de acceso efectivo al mercado agrícola estadounidense.
La coalición de hispanos, mujeres, afroamericanos y jóvenes que cuatro años atrás llevó a Barack Obama a la Casa Blanca lo catapultó a una histórica reelección aunque se prevé que el statu quo del país y el poder político se mantendrá sin cambio.
Foto-archivo Proclama del Cauca |
El nuevo triunfo de Obama que con tanto entusiasmo se celebró en Puerto Tejada y otras poblaciones afrocolombianas, lo dispone a tener un escenario de gobierno contra poderosos vientos económicos adversos, una cerrada resistencia de los republicanos en la Cámara a su agenda a la vez que una nación aparentemente dividida que votó para darle más tiempo, no obstante que sus primeros llamados han sido interpretados a la unidad nacional.
La reelección de Obama extendió su lugar en la historia, prolongando su gestión como el primer presidente negro en ganar un segundo término. Haber sobrevivido a la esclavitud, la segregación y la discriminación forjó un orgullo especial entre el afro estadounidense y los pueblos negros de américa.
Ahora, hay quienes aseguran que este orgullo ganado a pulso se ha convertido en un prejuicio en la forma de lealtad ciega al carismático presidente Barack Obama.
Una de las razones del éxito de Barack Obama ha sido su oratoria. No sólo el contenido de sus discursos ha cautivado a audiencias muy diversas. Su ductilidad lingüística, su amplio repertorio de tonos, le ayudó mucho en la reciente campaña y lo convierte en un líder con capacidades insólitas en la historia norteamericana. De forma consciente o inconsciente, Obama puede hablar como un profesor blanco de derecho constitucional o con la jerga de los barrios negros de Chicago o Nueva York. Resulta creíble en ambos casos.
Cuando Obama se presentó a las primeras elecciones presidenciales estadounidenses se produjo en el mundo un aplauso general. Los gringos se quitaban de encima a uno de los más absurdos presidentes que tuvieron en toda su historia. Y elegían por primera vez a un negro.
Lo que todo el mundo se pregunta ahora con la reelección de Obama II es si seguirá insistiendo en el liderazgo mundial de los Estados Unidos y su mesiánica misión de mando.
Ojalá esta crisis actual, que está sacudiendo los cimientos imperiales, sirva al menos para dar un baño de realismo y de humildad a este gobierno que recomienza a sembrar la esperanza.
Foto-archivo Proclama del Cauca |
Ojalá la voluntad de cambio, que estas elecciones han consagrado, sea más que una promesa y más que una esperanza. Ojalá el nuevo gobierno tenga el coraje de romper con esa tradición del partido único, disfrazado de dos que a la hora de la verdad hacen más o menos lo mismo aunque simulen que se pelean y deciden en las urnas.
¿Obama cumplirá su promesa de cerrar la siniestra cárcel de Guantánamo? Ojalá, y ojalá acabe con el siniestro bloqueo de Cuba.
¿Obama seguirá creyendo que está muy bien que un muro evite que los mexicanos atraviesen la frontera, mientras el dinero pasa sin que nadie le pida pasaporte?
Durante la campaña electoral, Obama nunca enfrentó con franqueza el tema de la inmigración. Ojalá a partir de ahora, cuando ya no corre el peligro de espantar votos, pueda y quiera acabar con ese muro, mucho más largo y bochornoso que el muro de Berlín, y con todos los muros que violan el derecho a la libre circulación de las personas.
Obama, que con tanto entusiasmo apoyó el regalito de setecientos cincuenta mil millones de dólares a los banqueros, ¿gobernará, como es costumbre, para socializar las pérdidas y para privatizar las ganancias? Me temo que sí, pero ojalá que no.
¿Obama II firmará y cumplirá el compromiso de Kyoto, o seguirá otorgando el privilegio de la impunidad a la nación más envenenadora del planeta? ¿Gobernará para los autos o para la gente, para el cemento o para los habitantes de las ciudades? ¿Podrá cambiar el rumbo asesino de un modo de vida de pocos que se rifan el destino de todos? Me temo que no, pero ojalá que sí.
¿Obama, primer presidente negro de la historia de los Estados Unidos, llevará a la práctica el sueño de Martin Luther King o la pesadilla de Condoleezza Rice?
¿Habrá alguien cercano al presidente Barack Obama que le diga al oído que centenares de co-raciales suyos en una población nortecaucana llamada Puerto Tejada marcharon y se emocionaron por su reelección? Ojalá que sí.
Ojalá no lo olvide nunca, como lo sostiene el exmagistrado caucano Néstor Raúl Charrupí Jiménez “que esa Casa Blanca, que ahora es su casa, fue construida por esclavos negros”.
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