Sábado 3 de noviembre, 2012
Mario Pachajoa Burbano
Amigos:
Rodrigo Valencia Quijano nos ha enviado el siguiente
comentario del profesor Donaldo Mendoza sobre la payanesa Ana Sofía Osorio. La
película fue escrita y dirigida por Ana Sofía Ruiz y Diego Fernando Bustamante.
Nuestros agradecimientos para Rodrigo.
Cordialmente,
***
ANA SOFIA OSORIO
Un destino anunciado
Enviado por: Rodrigo Valencia Quijano.
Amigos, envío un comentario del profesor Donaldo Mendoza acerca de
la payanesa Ana Sofía Osorio, quien está triunfando como directora de la
película SIN PALABRAS, estrenada en Cine Colombia. (RVQ)
ANA
SOFÍA OSORIO R.,
Un
destino anunciado
Por
DONALDO MENDOZA
A principios de los noventas, cuando Ana Sofía Osorio Ruiz cursaba
8º grado en el Colegio San José de Tarbes, yo era el profesor de español y
literatura. En mi habitual método didáctico, introducía la clase con la lectura
de un texto a fin de que las alumnas interpretaran, argumentaran y fueran
propositivas; para Ana Sofía esa ceremonia pedagógica era como una fiesta. Cuando
le llegaba el turno de intervenir, todos asumíamos la mejor disposición para
escucharla; y Ana Sofía lo hacía con tal propiedad, que en algún momento ya no
era ella sino su abuela Nelly Estrada de Ruiz, dama de alta costura literaria y
cultural. “Si tu abuela no existiera, tú serías su reencarnación”, le decía yo.
En suma, a sus escasos 13 años Ana Sofía ya hablaba como una adulta mayor.
Desde entonces era claro que el destino de Ana Sofía se anunciaba
en palabras, en lenguaje. En efecto fue así. Veinte años después aquella niña
nos invita al “Pre estreno en Popayán de la Película Sin palabras, de la
directora Ana Sofía Osorio Ruiz”. En Campanario, el 1º de noviembre, fue la
convocatoria del que podría ser el evento cultural del año en esta ciudad.
Ana Sofía, que en veinte años hizo todos los estudios habidos y
por haber sobre cine, se entrenó como directora con esta película. Para ser su
obra prima, fue un reto mayor. En efecto, una historia de apariencia simple,
tiene sin embargo, que invocar los poderes de otras artes para hacer de una
situación de incomunicación un acto de comunicación como salvación. La película
se desarrolla apelando al silencio, a simbolismos, a la desesperación del
gesto, a los sonidos y a la música de fondo; en fin, toda la logística para un
milagro…
Lian, una china emigrante, perdida en el centro de Bogotá, sin
entender una sola palabra de español, llama la atención de un ángel que está
cerca, Raúl, un empleado de ferretería. Con miradas que iban y venían se encuentran
y se acercan. Y ahí empieza el desesperado proceso de hacerse entender: ella en
mandarín y él en español. Y aquí el espectador avizora lo que un amor naciente
es capaz de hacer, sin palabras comunes con qué avenirse. Una salida fácil
hubiese sido que el sujeto dominante le enseñara al otro su lengua materna. No,
eso es válido en culebrones, aquí no. La película elabora su contexto propio
con valores y virtudes que son universales: el respeto, la comprensión, la
ternura, la solidaridad, el amor…
No estamos ante una película patoja o colombiana; no, esta obra
tiene alcance universal: recrea situaciones humanas asimilables a hombres y
mujeres de nuestro mundo Tierra.
En síntesis, nada en esta película se dejó al azar. Aparte de la
sutil historia, otros valores la enriquecen: fotografía, de alta resolución
tecnológica, banda sonora, locaciones… y hora y media de duración que pasa como
cuando uno quiere que un libro no termine. Ana Sofía Osorio Ruiz llega a
Popayán como una buena noticia.
***
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