La pobreza es una presencia
constante en regiones como el Cauca y tiene consecuencias económicas,
políticas, sociales y de seguridad impresionantes. Su convulsionado orden
público y las exigencias de sus comunidades no están diciendo que ha llegado la
hora de una vez por todas, con voluntad política para que se pongan en marcha
las decisiones necesarias capaces de superarla con acciones e inversiones
audaces de crecimiento y distribución adecuadas reales.
Es increíble que en la actualidad
zonas del departamento tengan una distribución del ingreso tan inequitativa
como la de África.
El monstruo de la pobreza ha
demostrado en este departamento tener consecuencias en varias dimensiones. La
más inmediata es el perjuicio pese a los esfuerzos del Estado, que ocasiona a
miles de caucanos en sus derechos al trabajo, la vivienda digna, la educación,
la convivencia ciudadana y social, la salud y la cultura.
Desde el punto de vista de las comunidades,
la marginación de muchas de sus poblaciones conduce a la desocialización de sus
habitantes y a la creación de condiciones propicias para las conductas
delictivas, generando un mercado político para la demagogia y el narcotráfico
y, en algunos municipios, para la violencia y el terrorismo. La pobreza está
siempre, por lo tanto, entre las causas de los permanentes problemas de
seguridad regional y nacional.
Los preocupantes niveles de
empobrecimiento e inseguridad de los caucanos, rayando casi con la indigencia e
indefensa, han puesto límites a la expansión de los mercados y, por lo tanto,
de las empresas e iniciativas que trabajan para los mismos ya que la región
deja de ser atractiva para la inversión, pese sus ventajas competitivas y
comparativas.
Sólo en el Norte, con las nuevas
inversiones de algunas compañías privadas, se ha reducido aunque mínimamente,
por no decir en forma nula, el alto desempleo registrado últimamente y el
optimismo y fe por la región, es digno de destacarse, porque tampoco todo es
malo y en honor a la verdad, si hay autoridades y dirigentes que les preocupa
la situación de la región y están haciendo algo ya sea desde sus
administraciones, el Congreso de la república, o sus propias comunidades.
Pero la verdad, es que los gobiernos
municipales, seccional y nacional, solos y en cooperación mutua, deben
encontrar, más allá de la retórica de las declaraciones, patrones de desarrollo
económico y de distribución pragmáticos que permitan revertir una historia que,
de continuar, agravará los problemas políticos, sociales y económicos derivados
de los niveles de pobreza que aún se registran.
La pobreza, los cinturones de
miseria, el ejército de desocupados, las bandas delincuenciales en todas
partes, la inseguridad, la falta de oportunidades reales, los desplazados, las
víctimas de la violencia, las exclusiones y discriminaciones odiosas y sus
consecuencias, corresponden a un círculo vicioso que comienza y no termina
jamás si es que no participa toda la sociedad para acabar con el problema. Sus
consecuencias podrían ahondar aún más la desinformación cultural, la
delincuencia, la marginación propia o social, la formación de personas con
opiniones sin bases razonables, la desnutrición y también el aborrecimiento a
la sociedad en sí.
Para reducir la pobreza de una
región como el Cauca, de marcadas contradicciones sociales y medio ambientales
con potenciales recursos naturales, se requiere la coparticipación de cuatro
factores: el Estado, el mercado, la sociedad en general y los mismos pobres.
El Estado debe contribuir
fomentando las expresiones pacificas de las demandas de la gente en sus
comunidades organizadas y la participación política, garantizando el espacio
democrático, estimulando las asociaciones entre sectores públicos y privados,
logrando una distribución de las inversiones e impuestos más equitativa,
garantizando con responsabilidad y transparencia y sobre todo brindando un buen
nivel de educación y salud. Porque un pueblo sano y educado, no se deja morir
de hambre.
Por su parte el mercado, la
dinámica productiva, las empresas del sector privado pueden llevar a cabo una
función benefactora con la población de escasos recursos. Si las corrientes
financieras, industriales, mineras, agropecuarias y comerciales funcionan bien,
la economía de las distintas zonas prospera y las riquezas llegarán a los más necesitados
indirectamente. Asimismo, si la economía esta varada, anquilosada, sin
estímulos, temerosa de invertir y sin garantías gubernamentales, no solo no se
solucionará el problema de la pobreza y el marginamiento, sino que continuará
agravándose.
Los propios pobres y aquí incluyo
el 90 por ciento de la población tajantemente, la comunidad “pordiosera y
mendigante” que nos hemos convertido en el Cauca, en donde muchos debieron
refugiarse en las políticas asistencialistas del gobierno como en un privilegio
de no tener que dar, porque aún no se le ha devuelto lo que se merece. También
son importantes para superar su inocultable lamentable situación
socio-económica mediante sus cambios de mentalidad, aptitudes y sus valores
culturales. Por eso, tienen razón y se la doy, a los pueblos indígenas cuando
insisten que los proyectos de erradicación de la pobreza deben formularse
teniendo en cuenta la cultura local y ancestral.
Muchos planes y promesas
incumplidas han fracasado debido a que se aspira imponer un programa diseñado
desde un escritorio en la capital de la república para una determinada realidad
que difiere de la local o regional.
Y por último, la sociedad o las
comunidades pueden colaborar de diversas formas: creando un nuevo liderazgo
dirigencial o seguir contando con quienes han demostrado con su coherencia
política tradicionalmente en las urnas, tener experiencia y gestión en los ejes
del poder centralista que nos asfixia, apoyando las asociaciones corporativas o
sindicatos gremiales, realizando movimientos populares surgidos a partir de la
iniciativa de la propia población afectada que no sean controladas ni
manipuladas por el propio gobierno, y organizaciones no gubernamentales serias
sin filtraciones demagogas y oportunistas, que pueden reforzar y complementar
las actividades gubernamentales por ser más flexibles y aptas para llegar a
algunas comunidades de manera efectiva.
De lo contrario no se puede
entender la gran paradoja que mientras en las cifras oficiales se reducen los
niveles de pobreza, los caucanos siguen empobreciendo.
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