Jeison Stiven Molina
América de Cali es uno de los
equipos más jóvenes del rentado colombiano, pero también de los más ganadores y
ha vivido de todo a lo largo de su historia, desde la ‘maldición de garabato’
que terminó en el año 1970, pasando por cuatro subtítulos de la Copa Libertadores
de América en 1985, 1986, 1987 y 1996. Es el único equipo que ha logrado el
pentacampeonato en Colombia en los años 1982, 1983, 1984, 1985, 1986, (todos
con Gabriel Ochoa Uribe como D.T). Entre otras varias cosas que podríamos
destacar, tiene el record de 14 partidos ganados de forma consecutiva en el
futbol colombiano (1996/1997) y trece títulos del futbol profesional. El 17 de
diciembre de 2011 descendió a la categoría B del futbol profesional colombiano al
perder en penales 4-3 frente al Patriotas de Boyacá; ahí la “Mechita” cerraba
el peor año de su historia.
Hoy, seis meses después, América
da un paso enorme de cara a la recuperación del cupo en la Primera A de la Liga
Postobon, cupo que no debió perder; le ha ganado al Unión Magdalena en penales
después de una batalla ardua de 180 minutos en la que no se sacaron ventajas.
En el juego definitivo vimos a un
equipo escarlata, primero nervioso y después nublado pero con el correr de los minutos
fue calmando la ansiedad y jugando un poco mejor, entendiendo, de la mano de
Mauricio Romero y Pablo Cesar Arango, que había que jugar más y correr menos,
eso le permitió terminar el primer tiempo con una mejor cara desde lo
futbolístico. Para el segundo tiempo América inició mejor y a los doce minutos,
después de que Steven Mendoza encarara con gran habilidad a su marcador, dio un
pase estupendo a Pablo Cesar Arango que giró sobre su eje y definió rasante a
la raíz del palo de la mano izquierda del arquero Aldair Arnedo y fue el gol de
los escarlatas que jugaban mejor y entendían que con la pelota contra el piso
rendía más que con el pelotazo y parecía que todo se le daba a los locales,
pues vino después la expulsión del lateral zurdo del magdalena. Pero cuando
todo parecía perdido para la visita, el técnico, que no pierde la calma,
analiza y mete dos cambios que le dieron agresividad y profundidad, al punto tal
de conseguir el empate que enmudeció el estadio sanfernandino. De ahí en adelante,
América fue un manojo de dudas, de pelotazos, un culto a la falta de claridad,
falto jerarquía y como la historia lo demuestra, el rojo de Cali es un equipo
hecho para sufrir, llegó la novela, la paridera de los penales donde el
nerviosismo y el más cercano antecedente no daban buenos augurios, la tensión,
el dramatismo le ponían tinte novelesco a una final que demostró que el futbol
es la pasión de las multitudes por lo sui generis.
En la tanda de penales se vivió
una historia aparte cuando Julián Viáfara dilapida el penal. Había que mirar el
rostro de los americanos, la desazón y la tristeza que contrastaría con la
alegría de ver al jugador Oliver Fula del Unión botar el penal definitivo y
dejar así todo listo para que, fiel a la historia americana, como le gusta a su
pueblo y como ya han acostumbrado los diferentes equipos americanos a su
hinchada a través de la historia, en un disparo desde los doce pasos un
uruguayo llamado Julián Lalinde se pusiera la capa mesiánica anotara y con ese
gol rompiera el éxtasis, desapareciera el nerviosismo y llegara al climax de
una noche trepidante en la que todos recordarán el título del América y pocos
repararán si se jugó bien regular o mal.
América campeón del torneo de
acenso en Colombia; pero, ojo, no está en la A; aún faltan seis meses, se dio
un paso gigantesco pero falta. Lo único que queda para la familia escarlata es
disfrutar de este paso que ha dado porque América está más cerca de volver a
donde nunca debió salir y por eso el coro que se escuchó en el Pascual Guerrero
fue “Y DALE ROJO DALE”.
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