miércoles, 4 de julio de 2012

LO QUE LA GENTE QUIERE


Reinel Gutiérrez

Estudiar el comportamiento humano en el transcurrir de su existencia, es una tarea ardua y posiblemente interminable, debido a la complejidad genética, anatómica y mental.

Sucede que buena parte de las preferencias de las personas, está por cosas indebidas o negativas, lo cual no da lugar a la razón. En un medio como el colombiano, la gente quiere que haya muertos, tanto para ver el dantesco espectáculo de los cadáveres, como para observar el periódico y la televisión.

El ser humano quiere cuentos y fantasías, de allí que sea dominado fácilmente por políticos, pastores, adivinos y supuestos profetas, porque quisiera saber el futuro en cuanto a la vida social, el más allá con cielos, ángeles y almas benditas, o la posibilidad de enderezar la suerte para un mejor bienestar.

Silenciosamente muchas personas sienten satisfacción cuando al amigo o vecino le va mal, aunque se aparezcan luego a tratar de lamentar.

Los que no tienen carro quieren que el que lo tenga se estrelle. Los que no pueden ir al concierto desean que llueva fuerte para que ojalá se dañe.

Quienes no son invitados a la fiesta se regocijan cuando se enteran que en el festejo a la media noche, hubo un zafarrancho que dejo muertos y heridos.

El que logra posicionarse recibe toda suerte de ataques, al tiempo que él también desea que los demás no suban y lo igualen. Entre comerciantes siempre habrá una batalla por las ventas, y en ese sentido habrá deseos mutuos de mala suerte.

El mandamás quiere ser un dios adorable y querible, mientras que sus súbditos se sienten bien venerándolo y humillándose ante su presencia.

La señora se alegra cuando oye que a la vecina, su marido le está pegando, y espera verla después, ojalá con “ojo morado”, para decirle que lo lamenta mucho.

La gente prefiere tener un buen amo, tanto en la casa como en la oficina, en el batallón, en el directorio político, en el culto, en la alcaldía o presidencia de la república, porque se satisface con el sometimiento.

Nuestros semejantes siempre quieren que les reconozcan todo lo que hacen, al tiempo que cada cual piensa que lo de los demás es malo.

Uno le pregunta al otro cómo está, para complacerse si le va mal, y para envidiarlo si le va bien.

Por todo eso esas frases de "muchas gracias", "dios lo bendiga", "bienvenido", "qué alegría verlo", "que le vaya bien", "que vuelva", "me alegra mucho", tienen más de hipocresía, resentimiento y falsedad que de algo humano y auténtico.

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