Reinel Gutiérrez
Estudiar el comportamiento humano
en el transcurrir de su existencia, es una tarea ardua y posiblemente
interminable, debido a la complejidad genética, anatómica y mental.
Sucede que buena parte de las
preferencias de las personas, está por cosas indebidas o negativas, lo cual no da
lugar a la razón. En un medio como el colombiano, la gente quiere que haya
muertos, tanto para ver el dantesco espectáculo de los cadáveres, como para
observar el periódico y la televisión.
El ser humano quiere cuentos y fantasías,
de allí que sea dominado fácilmente por políticos, pastores, adivinos y
supuestos profetas, porque quisiera saber el futuro en cuanto a la vida social,
el más allá con cielos, ángeles y almas benditas, o la posibilidad de enderezar
la suerte para un mejor bienestar.
Silenciosamente muchas personas
sienten satisfacción cuando al amigo o vecino le va mal, aunque se aparezcan
luego a tratar de lamentar.
Los que no tienen carro quieren
que el que lo tenga se estrelle. Los que no pueden ir al concierto desean que
llueva fuerte para que ojalá se dañe.
Quienes no son invitados a la
fiesta se regocijan cuando se enteran que en el festejo a la media noche, hubo
un zafarrancho que dejo muertos y heridos.
El que logra posicionarse recibe
toda suerte de ataques, al tiempo que él también desea que los demás no suban y
lo igualen. Entre comerciantes siempre habrá una batalla por las ventas, y en
ese sentido habrá deseos mutuos de mala suerte.
El mandamás quiere ser un dios
adorable y querible, mientras que sus súbditos se sienten bien venerándolo y humillándose
ante su presencia.
La señora se alegra cuando oye
que a la vecina, su marido le está pegando, y espera verla después, ojalá con “ojo
morado”, para decirle que lo lamenta mucho.
La gente prefiere tener un buen
amo, tanto en la casa como en la oficina, en el batallón, en el directorio político,
en el culto, en la alcaldía o presidencia de la república, porque se satisface
con el sometimiento.
Nuestros semejantes siempre
quieren que les reconozcan todo lo que hacen, al tiempo que cada cual piensa
que lo de los demás es malo.
Uno le pregunta al otro cómo está,
para complacerse si le va mal, y para envidiarlo si le va bien.
Por todo eso esas frases de
"muchas gracias", "dios lo bendiga", "bienvenido",
"qué alegría verlo", "que le vaya bien", "que
vuelva", "me alegra mucho", tienen más de hipocresía,
resentimiento y falsedad que de algo humano y auténtico.
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