CREPITACIONES 2012
Por Lic. Javier Enrique Dorado
Medina
Correo electrónico: jaendor70@hotmail.com
Después del tsunami político que
sacudió a Colombia el pasado 20 de junio del presente año (fecha que debería
declararse como histórica por el sentimiento de rebeldía que produjo en el
pueblo lo sucedido en el “Honorable” Congreso, por la reforma a la Justicia), y
una vez, medio conjurado por el discurso mágico de nuestro egregio Presidente
Santos en la noche del jueves 21 del mismo mes, faltando un cuarto para las 11
de la noche, ya calmadas las aguas torrentosas y observando el panorama
desolador que produjo en la conciencia nacional, da la impresión de que estamos
en otro país más renovado, más oxigenado, como que nos hubiéramos quitado un
lastre de encima, porque hubo una reacción popular de indignación nacional,
libre y soberana, con el soporte de los medios de comunicación, y todos a una,
hicieron el quite a tremendo complot legislativo, en contra de nuestra
manoseada Constitución del 91, la cual, herida de muerte ese nefasto día, aún
sobrevive para bien de nuestra patria.
Las consecuencias no se hicieron
esperar y para demostrarlo, primero renunció el Ministro de Justicia, Juan Carlos
Esguerra, quien con toda la dignidad del caso, dimitió de su cargo, en un gesto
que da pruebas de su ética profesional y su bonhomía, algo que no hicieron los
12 congresistas conciliadores, llamados desde ese día “los doce del patíbulo”,
quienes, en mi concepto, también deberían renunciar por el bien de la imagen
deteriorada del Congreso y de la salud política del país. Segundo, según una
encuesta de la firma Gallup, publicada por la revista Semana, en su edición del
2 al 9 de julio del presente año, No. 1574, los tres poderes existentes cayeron
estrepitosamente, de la siguiente manera: Presidente Santos, entre Julio de
2011 y Junio de 2012, del 67% al 48%; el sistema Judicial, entre abril de 2012
y junio del mismo año, del 34% al 26% y el Congreso, en el mismo período de
tiempo, del 43% al 26%. Más claro no canta un gallo.
Vistas así las cosas, es obvio
(como decía un personaje de nuestra política regional), el debilitamiento de la
clase política, con Presidente y Congreso a bordo, mostrando este detalle el
fortalecimiento de la opinión pública, dándole razón a las expresiones
populares “ya no comen cuento”, “no tragan entero”, “ver para creer” y “por sus
obras los conoceréis”. Es decir, el país político está en la debacle, en
desbandada, en cuidados intensivos y para los próximos comicios electorales se
las verán en calzas prietas para recuperar el terreno perdido. En cambio el
país nacional, el puro pueblo, tiene la sartén por el mango, se hace ver y
escuchar, se hace sentir, fortalecido ahora con el fenómeno tecnológico y
social de las redes sociales, en un solo haz de voluntades, siendo capaces de doblegar
imperios y de “tumbar” presidentes al estilo árabe.
La desazón política tuvo su
prueba de fuego en las pasadas elecciones para elegir gobernador del Valle,
cuando solamente votó la quinta parte del total electoral. Todo el mundo estaba
cansado y hastiado de ellos. ¿Qué harán nuestros políticos ahora? Averígüelo
Vargas.
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