jueves, 2 de agosto de 2012

Se termina luna de miel con Santos y otros gobernantes


Por: Luís Barrera

La maratónica vuelta a Colombia que ha emprendido el presidente Santos por distintas regiones del país obedece muy seguramente a la urgente necesidad de recuperar los puntos bajados en las más recientes encuestas de aceptabilidad entre el pueblo colombiano, que sumados a los escándalos del trámite de la fallida reforma a la Justicia en el Congreso de la República y el conflicto en el Cauca, ha llevado al gobierno nacional a “sacudirse” y dar explicaciones sobre sus gestiones y alcances.

Todo parece indicar que ha terminado la luna de miel del presidente Santos con los colombianos e incluso de muchos alcaldes y gobernadores, que sus imágenes y resultados son deplorables a la hora de medir sus grados de aceptación.

Concluyó ese periodo con que los defectos son enterrados por las ilusiones, en que la cercanía del pacto de fidelidad esconde cualquier disgusto. Durante meses, Santos Calderón estuvo cubierto de una cera de popularidad que lo protegía de sus propios tropiezos. Sus resbalones eran gestos simpáticos que mostraban naturalidad y frescura. Hasta sus coqueteos con el ridículo eran graciosas expresiones de su afortunado sencillo encanto de gobernar con ideas liberales.

Apoyar a Santos era una especie de deber patriótico. Las cosas han cambiado velozmente en los últimos días. Santos empieza a acumular decepciones y a reclutar adversarios en todos los frentes, el ritmo de su gobierno, pese a los esfuerzos y logros en materia de justicia social e inversión en las regiones, ha hecho crecer fenómenos políticos como la llamada ‘marcha patriótica’ que pudo movilizar 80 mil indígenas, campesinos y organizaciones sociales a Bogotá y 10 mil desde Santander de Quilichao a Villarica en el norte del Cauca.

El desgaste es natural. Toda luna de miel se acaba. El héroe de la alternancia se disuelve como recuerdo. Lo que vemos todos los días es el cuerpo de un gobernante aplomado que obra con rectitud, pero desesperado, que hace las cosas invisibles de un gobierno que quiere la unidad nacional, pero no le es coherente en el trato a los congresistas y sus dirigentes: inaugura congresos, felicita deportistas, defiende propuestas impopulares, se desespera ante la inconformidad, cae en arranques de intolerancia, se contradice, se repite, y prefiere guardar prudencia ante las críticas del expresidente Uribe, quien junto a las Farc se convirtieron prácticamente en la oposición de su mandato.

Empieza a aburrir, como aburre todo gobernante que no trasmite. Pero los problemas del  gobierno son, quizá, un poco más profundos. No radican en el desgaste natural de la responsabilidad, sino que nacen de la frívola concepción de la política que tiene nuestro presidente, que pese a ser un curtido en las lides políticas, con amplio respaldo parlamentario y programas sociales de gran calado popular, hoy parece enredarse en una superficialidad que empieza a mostrar sus grietas y sus costos.

En la mercadotecnia política tan es importante llevar al triunfo al candidato, como mantenerlo en la aceptación y aprobación por parte de la población que lo eligió. Esa imagen le acompañará sea cual sea su siguiente actividad en el escenario público o privado.

Si bien dicen que el político que no aparece en la prensa, no trabaja, es primordial planear y cuidar esas apariciones para sumar puntos a la imagen y no que le resten. Recordemos que “en imagen nada se improvisa” refiriéndonos a los funcionarios públicos de cualquier nivel, organizaciones y empresas.

La imagen de estadista es un elemento valioso, proyectar una actividad constante de trabajo en diferentes escenarios que se traduzca en logros, también. Evitar declaraciones a los medios cuando no se tiene la información certera. El mandatario a cualquier nivel debe lucir y hablar con propiedad y autoridad, para comunicar los logros de la administración y para enfrentar situaciones de crisis, cuando se requiera.

Al presidente de la República se le debe abonar, eso si, su capacidad de reacción frente a la profunda crisis de opinión pública por la que atraviesa, pero está mal que solo se ‘pellizque’ cuando ve que las encuestas no le favorecen y que no es tan popular como hace dos años cuando ganó las elecciones en medio de una alta dosis de optimismo; pero el peor problema es la falta de gestión de algunos de sus ministros y altos funcionarios, con casos muy excepcionales por mencionar sólo dos, Diego Molano del ICBF y el Ministro de Vivienda Germán Vargas Lleras, mientras otros que se “rajan” son los que insisten en que a la administración Santos le aqueja un problema de percepción y no de realidad.

A favor o en contra, ningún político niega el poder de las encuestas. Y los sabedores de política sentencian: Sin ellas, sería como si navegaran sin brújula.

El poder desgasta. Y cuando no se ejerce con mesura, e inteligencia, más. Lo que ahora estamos viendo en las administraciones locales y seccionales, es que están por fenecer ideas y proyectos inaplazables que no arrancan, se anuncia mucha inversión y presupuestos, pero el empleo y trabajo para los “varados” no aparece en todo el Estado y las ciudades, es justamente el rostro de la indignación social que surge a raíz de gobiernos insensibles.

En los municipios caucanos, al margen de la cuestión y exigencias de los pueblos indígenas, muchos son los reclamos. Cada vez más se van posponiendo los proyectos importantes para la región. Algunos sectores de la sociedad caucana parecieran una hoja a la deriva, que va hacia donde el viento la arrastra.

La realidad desmonta los mitos y muestra las cosas como están sucediendo, el inmovilismo, la falta de gestión de muchos gobernantes y administraciones municipales en el Cauca es generalizado, sus incoherencias y fisuras denuncian un desgaste político tan lógico, como acelerado. El aluvión de protestas e inconformidades de sus poblaciones y ciudadanos cuestiona de modo fatal su ejercicio del poder, que es en última instancia lo que le importa a la gente.

Todo lo importante tiene una base sencilla, que no quiere decir simple. La política es el arte de lo posible y por eso esperamos que antes de que finalice esta luna de miel, nuestros gobernantes entiendan que pueden reaccionar a tiempo antes que les llegue el sol a sus espaldas.

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