sábado, 9 de febrero de 2013

Del periodista

CARLOS E. CAÑAR SARRIA

“Hombre soy y nada humano me es indiferente”. Esta reflexión de Terencio, nos sirve para indicar que el espíritu y el principio esencial de un buen diario y de un excelente y honesto periodista, es su visible, desinteresada y constante preocupación por el ser humano y por el bien público. El periodista verdadero pertenece a toda la comunidad y no debe ser vocero de intereses mezquinos. Le corresponde valorar las acciones u omisiones de los hombres, sin importar la raza, el sexo, la condición económica, posición política; credo político o religioso, etc.
Puede producir escozor en actores sociales que se ven tocados por la pluma o por la voz de los periodistas. Pero no se puede pasar de agache a una serie de actos o sucesos que de alguna o de múltiples maneras, afectan negativamente a la sociedad. Hay quienes ejercen el periodismo irresponsablemente, se exceden y huyen a la verdad en los contenidos de la información, críticas u opiniones.
La práctica del periodismo verdadero produce satisfacciones en un sentido espiritual. Es algo que se lleva en el corazón y no en el bolsillo. Al respecto, el veterano y desaparecido periodista norteamericano, William Allen White, manifiesta que el periodista que escoge la senda recta dentro de sus actividades, de seguro encontrará muchas satisfacciones en el camino, pues no se trata de regodear, comer y beber; vivir y morir como cínico, sino que de lo que se trata es de respetarse a sí mismo. “En nuestra civilización-escribe Allen White- nadie va a morirse de inanición. Pero se puede sufrir hambre y andar andrajoso, y se puede marchar agotado y con los pies hinchados por la senda estrecha, y la satisfacción deberá provenir del respeto a uno mismo”.
En una época tan convulsionada como la actual, sentimos la necesidad de mezclarle mucha ética a la actividad periodística. El periodismo amañado, mal intencionado, el sensacionalismo y la imprudencia; además de hacer perder la objetividad e imparcialidad al contenido, puede poner en peligro la convivencia pacífica y arriesgar la vida de muchas personas, importando más la figuración y los intereses personales de un periodista o el afán de lucro de un periódico. Quién lo creyera, pero de una responsable o irresponsable información, comentario o crítica, pueden depender muchas vidas. Hace varios años, el connotado periodista Javier Darío Restrepo anotaba: “Así lo sintió un ciudadano caldense secuestrado, que desde su lugar de reclusión escuchaba en la radio de los secuestradores, el detalle de su propio secuestro. Cuando los delincuentes estaban a punto de dejarlo en libertad, convencidos de su absoluta incapacidad para pagar un rescate cuantioso, las cosas cambiaron merced a una información radial en que un acucioso e imaginativo reportero describía al secuestrado como un acaudalado hombre de negocios”.
Este 9 de febrero se celebran 222 años del ejercicio de periodismo en nuestro país. Ocasión propicia para analizar los límites y alcances de la profesión u oficio. Felicitaciones a todos los periodistas.

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