PROUST Y MAUROIS, BOCADO FINO
Marga de rojo y verde en la mañana del sábado azul con parapentes
Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Loco-mbiano
Visitamos en su trono a la poetisa coronada con rosas y mirto en Cali ya hace cinco años, Marga López Díaz. Estaba sentada con una falda ancha, sonrosada y feliz rodeada de adolescentes, aprendices de versos. Una acotación aquí, una exclamación de asombro, allá, una solicitud para subrayar una frase afortunada. Esa es la frescura de estos talleres que ofrece en Roldanillo, Cali, Cartago, Medellín, La Ceja, Buenaventura o Calima-Darién.
Con motivo del cumpleaños del Museo Rayo este 20 de enero ella llegó de primeras a adueñarse de la situación. Así es ella. Una niña grande detrás de la cual hacen corro, mujeres maduras, hombres de barba, novias con su novio y toda una gran muchachada. Nunca se le ve sola en la calle, el restaurante ni en la sala del hotel o su habitación. Cada pichón de poeta tiene su pregunta o su afán de tocarle el ruedo de su chal traído.
Los talleres que ofrece Marga a quienes desean entrar a oler los perfumes que se cuecen en el jardín de la poesía en si no tienen magia alguna. Llevan veneno como el que tomó Julieta. Claro que ella los prepara como chef que escoge los mejores manjares y los condimentos adecuados.
Esta vez tenía entre manos un tema fascinante: “En busca de Marcel Proust” un libro de André Maurois. Lo encabeza así: “Los únicos paraísos verdaderos son los paraísos que hemos perdido”. Y remata con esta perla del muy lúcido Borges: La caída consiste en ignorar que estamos en el paraíso, en La rosa de paracelso. Qué banquete tan opíparo y tan selecto para una juventud ávida que busca un paraíso inexistente y lo tiene dentro de su
propio cofre.
En vista del suceso tan espléndido de ver tanto muchacho deseoso de dedicarse a la poesía, quedé comprometido a nombrar a los jóvenes que, de pie, leyeron sus incipientes versos.
Daniel Lozano, Daniel Vélez, Daniel Espinal, Silvia Daniela Vélez, Carolina Hidalgo, Valentina Hidalgo, Jonathan Restrepo, Hugo Lozano, Wendy Valencia, Claudia Lorena Ramírez, Maritza Vélez, Carlos Alberto Hernández, Juan Felipe García, Adriana Berrío, Carlos Mario Lemus y David Espinal, Carolina Rodríguez y Carmenta Rojas. Faltan la lista Josué, y algunos otros tres que se perdieron la fiesta. Con ellos pudimos saborear el brillo y el oír el canto en el campo de dos párpados.
Claudia Lorena Ramírez
Proust fluyó por entre los meandros de las bocas y miradas como una nereida entre las aguas. Ya, llegados casi al fin del plato, en la página 13, que sirvió la maga, los talleristas tocaron fondo: La poesía como el amor, solo aparece con el deseo y, sobre todo, por una ansiedad dolorosa. Los únicos amantes inconsolables son aquellos que no quieren consolarse y hacen de su dolor un culto. El enamorado se vuelve más sensible a todas las artes.
Sueño, en el diccionario de Proust, de Maurois, de Marga López y de los poetas malditos y de Silva y de Porfirio y de Vallejo y de la dánae Pizarnik, es igual a dolor, amor, lluvia de oro, muerte lenta, noche en vela, juego cruel, espera eterna. Son la experiencia y el oficio a los que el aprendiz de vate se enfrenta. Entre risas, signos en el aire, Marga va abriendo el laberinto a los osados que desean pronunciar ante el monte de la poesía la palabra sésamo.
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21-01-13 11:38 a.m.
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