Por José Ramón Burgos Mosquera.
"Señor Presidente: ¡si de verdad usted quiere ingresar en las páginas de la historia del Cauca, con lo cual quedaríamos todos los caucanos en deuda y para siempre, ayúdenos a terminar dos obras trascendentales para la integración de nuestro departamento: la construcción de la doble calzada entre Santander de Quilichao y Popayán, obra que se encuentra en estudios y financiación, y que se termine la carretera que nos comunique con la costa caucana!"
Nos agrada el reto de nuestro gobernador al presidente y mejor la disposición que mostró el presidente-candidato.
¿Por qué fue posible para los caucanos del siglo antepasado, comprometerse en la titánica epopeya de construir el camino a Buenaventura y diseñar y conseguir la construcción del ferrocarril entre el puerto y la ciudad de Cali, en una época en que la tecnología eran picos, palas, dinamita y el sudor de los hombres? ¿Y por qué a la camada de dirigentes del siglo XX, que heredó los jirones del Cauca Grande, jamás les importó construir un camino al mar para reconstruir nuestra legendaria vocación guerrera y de liderazgo?
Los caucanos diseñamos el país que queríamos después de la independencia de España: ya fuera la república centralista de Camilo Torres, o fueran los Estados Soberanos que se inventó Tomás Cipriano en la Convención de Rionegro después de triunfar contra el gobierno de Mariano Ospina Rodríguez. Pero jamás esperábamos la revancha centralista de Núñez en su constitución de 1886, cuyos efectos mutiladores se hicieron efectivos en tiempos de Caro, de Rafael Reyes, de don Jorge Holguín y del general Ramón González Valencia.
El precio que pagó el Cauca por las veleidades de Obando aliándose y "amenazando" pasarse al Ecuador, de José Hilario López aboliendo la esclavitud, de Mosquera decidiendo por sobre todos el delirante destino soñado por él para Colombia a lo largo del siglo XIX, por las leyes de bienes de manos muertas y de tuición de cultos, por inventarse el ferrocarril de Occidente para llevarlo a Popayán y desde allí proyectarlo hasta el Ecuador, fue perder su salida al Océano Pacífico por Buenaventura y al Atlántico por el rio Atrato, sus márgenes sobre el Amazonas y el invaluable Valle del Cauca.
El Cauca ya pagó con sangre el destino trágico que le impuso esa rancia oligogerontocracia que manejó el país hasta finales del siglo pasado. Aún nos seguimos matando entre nosotros sin entender por qué no hemos aprendido a amarnos.
"¡Reintegración o catástrofe!" pareciera ser la consigna. O nos integramos con la Costa; a la Bota y al Macizo con el Centro y a la Cordillera Central con el Norte y con el Centro... o desaparecemos. Cada región tiene plenamente establecida su vocación. Nuestro reto debe ser desarrollarla. Ya en el Valle del Cauca se está perfilando "la Zona Pacífico" como un grupo de municipios costeros que dependerían política y administrativamente de Buenaventura y de la dirigencia vallecaucana. Mejor dicho, sería legitimar lo que ya sucede de hecho...
En ese sentido, los caucanos debemos apoyar al Gobernador Temístocles Ortega.
Ya se conoce por ahí del interés que ha mostrado el gobierno chino de construir un puerto de aguas profundas en las bocas del rio Naya, donde terminaría una línea de ferrocarril de trocha ancha, que llevaría petróleo y carbón del Huila.
¿En qué estamos los caucanos? ¿No somos capaces de luchar por ésta belleza inverosímil de Guapi?
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