Reinel Gutiérrez
Por convención y dentro del orden para fraccionar y emplear el
tiempo se determinó que un minuto tiene treinta segundos, argumento y concepto
irrebatibles.
0tras cosas podrán discutirse pero no que una hora tenga sesenta
minutos, o que se alarguen los meses y los años. Sucede que en la vertiginosa
época actual, se le da el verdadero valor al tiempo, mucho mas que cuando
alguien pensó que es oro.
En la radio y la televisión se venden minutos y segundos, para
manejar una exactitud, y no desperdiciar nada porque puede sobrevenir un
colapso económico.
Un comerciante que quiera anunciar lo suficiente de su negocio en
una amplia arenga, tendrá que pagar por el tiempo que dure la lectura del
texto, y algo similar con la imagen en televisión.
Por este motivo algo parecido ocurre con los teléfonos móviles
pero con una trampa diferente, y es que en algunas estrategias de venta el
minuto tiene treinta segundos por determinado valor.
El cliente ignora esto, así como siempre nunca supo que el lechero
le agregaba agua a la leche, el expendedor de carne calibra diferente la
balanza para pesar, y siempre compró el pan que cayó de las manos del
fabricante y rodó por el piso, pero como "ojos que no ven, corazón que no
siente", no pasa nada.
"El vivo vive del bobo", dijo una vez un gran pensador,
y dejó esa consigna para todas las generaciones, donde unos se aprovechan de
los otros, o como dice la teoría izquierdista, "la explotación del hombre
por el hombre".
Por esto, no es de alarmarse que en poco tiempo el minuto sea de
quince segundos, porque las cosas cambian, y si es para obtener ganancias,
mucho más. ¿Quien podrá defendernos? ¿Será el presidente, el ministro, el
arzobispo, el guerrillero, la reina de belleza, o el Chapulín Colorado?
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