DE CASTIGOS ELÉCTRICOS Y OTROS PERMISOS
Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Loco-mbiano
“Toda
persona tiene derecho a la vida,
a
la seguridad de su persona
y
a no ser sometida a torturas ni a tratos o penas
crueles,
inhumanas o degradantes.”
“Los funcionarios
superiores asumirán
la debida responsabilidad
cuando tengan,
o deban haber tenido,
conocimiento
que los funcionarios a sus
órdenes
han cometido abusos
y no han adoptado medidas
concretas al respecto”
Criterio
para el empleo de armas no letales. Julio 2009.*
Hay
muchas noticias en estos días sobre el fuero militar que se debate en el
Congreso y del cual hablan mal organismos internacionales de Derechos Humanos,
de los desmanes de los uniformados y sus comandantes, como en el caso de Diego
Felipe Becerra, el joven grafitero o la agresión a una periodista que trabajaba.
Y ahora un nuevo ingrediente se suma a este caudal de noticias de nuestras
fuerzas del orden y la justicia.
No
lo podía creer. Lo vi en la televisión colombiana en un noticiero. Tal vez en
Caracol o CMI y Noticias Uno que son los canales que más veo. En la era más
adelantada de la cultura mundial. En el país con la Constitución más
progresista en materia de derechos humanos. El general León Riaño, comandante
de la Policía Nacional anunciaba que ya es legal el uso de armas letales
moderadas en los disturbios y manifestaciones populares con una resolución
recientemente expedida. En las marchas indígenas, de sindicatos, de
estudiantes.
Estará
permitido el uso de gas pimienta, granadas de mano con emisión de agentes
irritantes y/o lacrimógenos, cartuchos de 37/38 mm para fusil lanzador no
letal, con perdigones de goma o cápsulas de gas irritante y otros que se
determinen en guías o manuales de procedimientos antidisturbios, como el bastón,
o aspersores individuales de gas pimienta, según necesidad y criterio táctico
del comandante de la unidad, como agentes de
represión de disturbios, bombas de peste, materiales antitracción, agentes
oscurecedores, espuma adhesiva, sustancias químicas antimateriales, calmantes, convulsionantes,
incapacitantes.* En realidad estas sustancias y el criterio para usarlas data
de 2009 en documento firmado por el Presidente Álvaro Uribe, el Ministro de
Defensa, Gabriel Silva y los generales Oscar Naranjo y José Roberto León Riaño.
Estamos a la par con épocas oscuras y
organismos tenebrosos que oímos como la KGV y la Gestapo hace ya más de 50
años. La milicia no se ha humanizado. De nada sirvieron las experiencias en
campos cerrados de concentración en los gobiernos del tercer Reich y del
padrecito Stalin. La crueldad y la tortura refuerzan sus criterios.
Huele, entonces a tortura oficial, a
procedimientos indiscriminados a criterio del comandante de unidad con sus
amaestrados subalternos según el calor de la reyerta y la subida de la sangre a
la cabeza. No será en privado, sino a la vista de todos en las calles y plazas.
La prensa escrita no ha gastado tinta para dar
a conocer estos nuevos adelantos de nuestra fuerza policial para cumplir su
mandato de preservar la vida, honra y bienes de los ciudadanos. Sin embargo,
estos no tan nuevos criterios y usos de aparatos y sustancias tienen un grave
peligro para la dignidad, la integridad de la vida corporal y el goce de las
facultades y libertad humanas.
En una marcha pacífica, en una protesta justa
y constitucional, generalmente ocurre que elementos extraños, de cualquier
extracción, se introducen a desordenar la expresión ciudadana y causan tumultos
y escaramuzas. ¿No bastan los tanques, el agua a chorro, sus escudos, sus
tácticas antimotines aprendidas en escuelas? Terror, miedo, silenciamiento es
lo que se anuncia con el uso de estos mecanismos de tortura nada letales y sometimiento corporal
ante la protesta.
Tendrá, entonces, el pueblo quedarse mudo,
quieto en sus casas, aguantando la escalada de impuestos, malos salarios,
inseguridad en las calles y el campo, la mendicidad, el desplazamiento, los ataques
de los guerrilleros, paras y bacrines? ¿Acaso retrocedimos a épocas medievales,
romanas o a regímenes de tiranía y escuadrones de camisas negras con SS y
bastones convulsionantes y sustancias
químicas en manos de quienes deben defendernos? ¿Cuánto costaría al Estado esta
ingeniosa inversión?
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