domingo, 28 de octubre de 2012

Minería ilegal, la nueva mafia colombiana


Por: Luis Barrera

La minería criminal e ilegal es la nueva mafia colombiana más poderosa y es la que está financiando descaradamente, según las autoridades, a las Farc, al Eln y a las Bacrim.
Esa minería requiere, de acuerdo con los estudiosos del tema, una estrategia conjunta desde el alto gobierno para poder meterla en cintura, porque además de estar causando un grave e irreparable daño ambiental, está desplazando al Estado, pero irónicamente se convirtió en la mayor generadora de ocupación de mano de obra no calificada en los últimos años en zonas donde anteriormente el poder se ejercía alrededor de los cultivos ilícitos.
Mientras hay quienes siguen pidiendo que los mineros artesanales tradicionales se fortalezcan y estimulen para que se conviertan en cooperativas y así hagan parte organizada de la cadena productiva, para que junto a la minería a gran escala sean parte del engranaje la locomotora de prosperidad que pregona el gobierno nacional.
En Colombia estamos deforestando cerca de 380.000 hectáreas al año. La principal causa es la ampliación de la frontera agrícola. Desde el Ministerio del Ambiente se viene trabajando en un modelo para aumentar la productividad de la tierra, mejorar el uso de los suelos y proteger la oferta hídrica. Lo que permitiría reducir en más de cuatro veces la cantidad de tierra que se necesita para la ganadería y recuperar bosques naturales.
Sin embargo, la creciente minería ilegal está impactando los ríos y zonas ribereñas de tal manera que pese a los precarios controles de las entidades ambientales y las autoridades policivas, ha sido casi impotente la vigilancia de la inmensa tronera de maquinaria, equipos y personal que se dedica a esta actividad en alza.
En el Cauca y en Colombia en general están las riquezas con la mayor diversidad biológica del mundo, lleno de recursos hídricos y mineros; es un país visto con ojos de oro pero no por su belleza natural, por sus paisajes, por sus miles de especies de animales, o por sus diferentes y varias fuentes hídricas, sino por lo que se encuentra en subsuelo, donde más de uno se llena de codicia empezando a sumergirse a toda costa para la búsqueda del dorado.
La fiebre del oro en el Cauca, por ejemplo, ha sido casi imparable. Colombia ocupa el puesto número 11 de los productores de oro del mundo y el tercero de américa latina. Pero, la búsqueda tan devastadora de este metal precioso y otros minerales en poblaciones como Guapi, Timbiquí y López de Micay en el litoral Pacífico, Suárez y Buenos Aires, Caloto, Caldono, Toribío y Santander de Quilichao en el norte del Cauca, está acabando con la belleza y la diversidad de las comunidades indígenas y negras poco a poco.
En Colombia a quien se otorga una licencia o título minero por ley tiene derecho hasta succionar el suelo de nuestra casa, para que nuestro fisco solo reciba el 20% de la riqueza minera entonces nos podemos preguntar: ¿Quién se queda con las jugosas ganancias de los negocios de la minería en Colombia?
La locomotora que podría hacer ricos algunos “no sabemos quiénes”, a los cuales las autoridades policivas han señalado como la “nueva mafia colombiana”, y afectar la vida de muchos seres, no solamente la vida del ser humano ya que la minería utiliza tóxicos de altísimo peligro para la vida como el mercurio, cianuro, y liberando arsénico; el mercurio produce envenenamiento y causa deformaciones genéticas e irreversibles en nuestros niños, sino que también todos los seres lo cuales por más pequeños que sean aportan para continuar con el ciclo de la vida.
El mayor registro por contaminación de mercurio en aire y ríos son las zonas de explotación de minas de oro que se encuentran en Antioquia, Remedios y Segovia y en Zaragoza, Valle del Cauca. El Ministerio de Minas determinó en febrero al menos 21 áreas estratégicas mineras en el Cauca, que corresponden a un poco más de 105.000 hectáreas.
Será que la destrucción de selvas, páramos, muerte de muchos seres vivos ocasionada por la minería llevará a Colombia al progreso, nos cambiará la vida, nos dejaran de llamar tercermundistas, al contrario esta locomotora lo que genera son daños irreversibles, y genera tan solo el 1% del empleo.
Con las regalías que aportan los mineros legalmente establecidos no se cubren los daños materiales y ambientales que ocasionan, y además están acabando con la única fuente que hace sobrevivir el ser humano y por la que este se compone, el agua.
Imaginémonos que para la obtención de un gramo de oro se requieren 1.000 litros de agua por segundo, la misma cantidad de agua que necesita por día una ciudad de 600.000 habitantes.
En al menos ocho departamentos el oro ya está desplazando a la coca como la principal fuente de financiación de los grupos ilegales. Esa es una de las advertencias que hace un estudio del Centro Internacional de Toledo para la Paz sobre minería ilegal en Colombia.
En otro informe la Defensoría del Pueblo, señala que en Antioquia, Chocó, Córdoba, Bolívar, Santander, Tolima, Valle y Cauca está disparada la explotación de ese mineral, lo que ha generado fuerte presencia de grupos armados y aumento de enfrentamientos por el control de ese negocio.
No por ello, se puede desconocer que la minería es importante en la economía nacional, pues es parte de las cadenas de abastecimiento, adquisición de bienes y servicios, construcción de infraestructura, creación de empresas locales y generación de empleos de calidad.
En el plano económico, la minería legalmente autorizada aportó cerca del 8.6 % del PIB el año pasado y en los próximos 5 años se estiman que las inversiones de la minería legal puedan llegar a los 10 mil millones de dólares y es por eso, que la actividad de la  minería legal y responsable representa una opción de vida digna y positiva para las comunidades de las regiones donde se adelanta.
Las operaciones de las compañías mineras formales y con estándares ofrecen condiciones de trabajo seguras y eficientes, que se convierten a menudo como la única alternativa laboral, proporcionándoles a los trabajadores y sus familias bases para su desarrollo.
Estamos entonces que en el fondo el dilema no es entre minería y medio ambiente, el dilema real está entre escoger la minería legal y responsable y la minería ilegal y depredadora.

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