lunes, 15 de octubre de 2012

Cuando no hay nada que hacer


Por: Luis Barrera

Popayán se ubica en la primera posición en Colombia, entre las ciudades capitales con mayor nivel de desocupados.

Un amigo nortecaucano que durante mucho tiempo trabajó como funcionario oficial en la Gobernación del Cauca siempre me ha dicho “La ofensa más grave que se puede hacer a un patojo es quitarle el puesto, los payaneses de tiempo atrás, no solo han vivido de la historia, el notablato y la alcurnia de los abolengos, sino de la burocracia gubernamental”.

Y esto tiene su explicación: La capital del Cauca ha carecido de empresas y grandes proyectos productivos que generen empleos masivos, lo que le ha permitido acumular un enorme rezago en la oferta laboral y en la puesta en marcha de iniciativas industriales, agropecuarias, turísticas y mineras, que ocupen a una gran parte de la creciente disponibilidad de empleo y trabajo, lo que hoy la ubica en el primer lugar según el DANE con mayor número de desempleados.

El sector de mayor crecimiento productivo en Popayán ha sido el comercio, pero que el que durante muchas décadas y quizás siglos, ha suplido la dinámica laboral y de ocupación ha sido el Estado y todas sus instancias gubernamentales, heredándose legítimamente los poderes políticos, los cargos y los puestos públicos, como obedeciendo a una ya tradicional práctica con plenos derechos autenticados de buena fe.



En el Cauca y su capital, las gentes ante la crisis generalizada han tenido que refugiarse en el “rebusque” y los más arriesgados y desesperados, en ciertas prácticas y actividades ilícitas, pues sus cultivos y labores tradicionales no compensan sus aspiraciones y gastos de sobrevivencia cotidiana.

Muchas pequeñas y medianas empresas han tenido que cerrar sus producciones y la pérdida de empleo ante la crisis supone un replanteamiento existencial de lo que el nuevo desempleado y de lo que supone para los que están él. Todo eso han tenido que hacerlo desde la humildad resignada; pues si ellos no logran entrenarse para sobrellevarlo pueden terminar creándose problemas de soledad y fatalismo, porque nuestra cultura previa de tanto éxito y de que todo iba sobre ruedas, con economías ficticias no facilita esas pautas de entrenamiento para la angustia de no hacer nada.

¿Pero qué hacer, cuando en una ciudad como Popayán con todos sus encantos culturales, históricos y paisajísticos no hay nada qué hacer? ¿Seguir engrosando junto a los privilegiados pensionados la condición de “huéspedes ilustres” en las bancas del parque Caldas y pasando las horas hablando y rajando de todo el mundo?

Hay quienes consideran que sin empleo o habiéndolo perdido, se debe aprovechar la situación de desempleo para formarse y actualizarse profesionalmente, para buscar otras salidas laborales o para ayudar a otros en peor situación, son algunas de las opciones mayoritarias de las personas afectadas por expedientes de regulación de empleo del DANE que a mala hora le otorgó esa distinción a Popayán para evitar situaciones de ansiedad y angustia.

Los miedos futuros a una continuidad prolongada en el desempleo, pueden desmoralizar hasta un payaso y hacen que sean frágiles, vulnerables y dependientes. La solución sin salidas pasa por establecer pautas o rutinas de vida, hacer deporte, salir con una cierta organización y buscar apoyos en redes sociales, en la familia o en el peor de los casos, a una iglesia de garaje que ayude supuestamente a reflexionar en lo espiritual, lo que vale cada uno para adaptar la autoestima del trabajo.

Algo que siempre ha experimentado Popayán, es que se cree mucho en los cuentos de hadas, también se ha creído que los políticos ayudarán a los pobres a conseguir trabajo. Pero la realidad ha sido otra. Con muchas ilusiones en campaña electoral y asistiendo a un derecho de elector interesado muchos, ingenuamente ilusionados participan animadamente en los procesos electorales y cuando llega la hora de la “repartiña”… no hay cama para tanta gente.

Esto ha creado una ácida desconfianza entre electores y elegidos, siendo la síntesis más clara de la opinión que la gente tiene sobre uno de los temas centrales a los que deberá dar respuesta los actuales gobernantes, pues una inmensa mayoría de la gente que sigue varada sin opciones de empleo u ocupación, considerando casi resignadamente que quien gane las próximas elecciones no podrá acabar con el desempleo.

Si usted se detiene en cualquier barrio de Popayán y les pregunta a los habitantes cuál es el principal problema que enfrentan, la respuesta siempre es la misma: la falta de empleo. Y todo parece indicar que el desempleo, será por mucho tiempo la angustia inseparable de los patojos, payaneses y popayanejos juntos.

Una de las preocupaciones expresadas por las autoridades y el propio SENA es el alto desempleo calificado que hoy se registra sin que se reactiven sectores tan importantes como la construcción, el hotelero y turístico que siempre han absorbido gran parte de esta población capacitada.

El problema del desempleo en Popayán tiene varias causas, entre ellas el desplazamiento forzado. Popayán es receptora de personas en esa situación, las cuales no sólo llegan de otras poblaciones del Cauca, sino también del norte de Nariño, del Huila y Putumayo. Se calcula que actualmente esta capital tiene 59 mil personas que migraron a causa del conflicto armado y del narcotráfico.

Para nadie es un secreto el problema de seguridad que atraviesa el departamento. Los atentados contra las poblaciones, las estaciones de policía y la infraestructura vial, todos estos hechos al margen de la ley, terminan afectado la imagen del Cauca y las inversiones en nuestra blanca e hidalga ciudad de Popayán.

Por eso un proceso de diálogo, el cese a las hostilidades y la búsqueda de la paz y la convivencia, sería el principal aliado para recuperar la confianza de la inversión privada que logre quebrarle el espinazo al fenómeno del desempleo que tiene al borde de una crisis de nervios a miles de habitantes en la capital del Cauca y otras poblaciones.

Qué bueno sería que se tuviera la conciencia en Popayán que un obrero sin trabajo, no importa que sea o no sea Santista, no importa que sea o no sea rezandero en Semana Santa, no importa que no tenga ideología política y no pertenezca a ningún directorio político, es un hombre con mujer e hijos que tiene el sagrado derecho al trabajo y deben dárselo la sociedad entera.

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