sábado, 15 de diciembre de 2012

Hasta hoy circuló el último de los liberales


Por: Luís Barrera

EL LIBERAL se cierra tras casi 75 años de historia periodística. Siento profundamente el cierre del diario caucano por dos motivos fundamentalmente: Por sus trabajadores y por perder un medio de comunicación regional que aunque poco circulaba se había convertido en un referente de la historia y cultura de una ciudad cuyo aporte a la vida nacional ha transcurrido entre la grandeza de sus glorias pasadas y el heroísmo de sus pueblos.

Suerte para los que se van y ánimo a los periodistas que engrosan los altos niveles de desempleo de la capital del departamento, nuestra solidaridad y comprensión ante esta incómoda situación personal por la que están pasando al ver cómo hasta hoy circuló el último de los liberales, el periódico orgullo de los payaneses.

La inviabilidad financiera insostenible ya se había advertido años atrás y el futuro negro que se temía sobre la prensa escrita se sumó estrepitosamente debido al gran número de fuentes informativas que gracias a internet y los blogs (fundamentalmente) tenemos hoy disponibles, fuentes informativas que cuentan las cosas que nos interesan desde un punto más pasional, directo, frecuentemente sin temor a expresar el punto de vista de uno por controvertido que sea. Terminando por ser más auténticos y especializados que el papel periódico.

No hubo fuerza capaz de detener su salida de circulación. Los periódicos como El LIBERAL aunque son otro producto no están exentos de las crisis. En los periódicos regionales el lector busca la actualidad política nacional, regional y local pero que se la cuenten de forma que los buenos (los suyos, sea el partido, afiliación o tendencia que sea) siguen siendo los buenos y los malos, malos (según el punto de vista de cada uno). Realmente, el principal valor que aportaba su producto últimamente era la sección de política, las páginas social y judicial un poco de internacional y si acaso algo de cultura general.

Sabemos que tanto propietarios, como directivas, periodistas, trabajadores y lectores hicieron lo humana y caucanamente posible para sostener la circulación de EL LIBERAL, se intentó rejuvenecer la base de lectores, reconvertir las estructuras de costos, crear otro tipo de producto informativo que sí sea útil comprendiendo que se debió de convertir en una moderna empresas de información y tecnología. Y diría que con diseño más audaz, con importante desarrollo tecnológico, pero la crisis de fondo lo estaba lacerando estructuralmente que no dio más.

La salida de circulación de EL LIBERAL es un golpe duro y directo a la libertad de expresión y opinión, propiciado por distintas circunstancias del mercado y la economía que parece estacionarse en Popayán y el Cauca, que aunque ilusoriamente se está creciendo, prosperando en sectores comerciales y de la construcción por ejemplo, por virtud de la economía subterránea, el preocupante empobrecimiento de sus gentes y actividades tradicionales sucumben ante la realidad.

Todo es información, desde lo oculto a lo evidente. Lo que da valor a la información es el profesional que no solo sabe conseguirla sino valorarla, limpiarla, cotejarla, contextualizarla, ordenarla y servirla para que le aproveche al ciudadano.

EL LIBERAL no sólo fue un patrimonio de los caucanos sino una escuela de periodismo, pues durante sus décadas de existencia demostró que el precio del periodismo es el precio de la profesionalidad, que solo se consigue cuando se tiene vocación.

El precio del periodismo no es que sea alto, sino que es inalcanzable para la mayoría de los mortales: son imprescindibles profesionales con formación y dedicación plena a cambio de lo que les ofrecen gestores con intereses creados: sueldos de risa, por lo menos hasta que hayan tragado tanto barro como para mimetizarse con la trinchera.

Los periódicos están en crisis porque ya no hacen 'montoncitos de oro' y la gente, dicen, ya no los quiere como antes y la difusión va de capa caída. Hacer un periódico, escribirlo, y llevarlo a circulación sólo es para quijotes y gentes con al alma y el corazón puesto en una profesión, y vocación que no es negocio. Y lo digo por todas las afugias, afanes y desde luego satisfacciones que, por ejemplo, debe pasar la familia Luna Criollo que contra vientos y mareas, han sostenido PROCLAMA.

Muy lamentable la desaparición de EL LIBERAL del periodismo regional porque por muchos años sirvió para marcar las pulsaciones de la sociedad payanesa y caucana, porque no se puede concebir un grupo social sin información ni un periodismo sin sociedad. Se deben el uno al otro.

EL LIBERAL supo existir con su estilo periodístico porque la sociedad de su entorno siempre requirió de fuentes de información confiables y oportunas que orientaron de alguna manera a sus asociados, es decir, a los ciudadanos, que fueron registrados en el desarrollo de sus pautas de comportamiento y actitudes en sus vidas comunitarias e históricas.

Un periódico de provincia tiene tamaña responsabilidad la que pesa sobre los periodistas: mantener informada a la sociedad para que ésta funcione. Por supuesto: mantenerla bien informada, para que funcione bien.

Resulta muy difícil entender que EL LIBERAL cerró porque a función social del periodismo ha variado producto de varias causas, entre ellas, la globalización y la concentración de capitales en los medios. La primera, con la irrupción de las nuevas tecnologías, permitió superar fronteras para llevar los hechos “en vivo y en directo” a cualquier lugar del mundo. La segunda, con el definitivo asentamiento del llamado neoliberalismo que terminó favoreciendo la concentración de capitales en la industria mediática.

Se modificó así la concepción de noticia transformándola en una mercancía desdibujando el rol informativo y orientador que la caracterizó por mucho tiempo al igual que la tarea y bien social. El compromiso de informar veraz, imparcial y objetivamente se desdibujó con la competencia, la avidez sin límite por dar primicias y la lucha feroz por captar o mantener las audiencias o los lectores.

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