lunes, 10 de diciembre de 2012

COMPARACIONES POSITIVAS


Por: Santiago Zambrano Simmonds

De las cosas que más admiro de los paisas es que ellos lograron posicionar en la conciencia colectiva el de ser el pueblo más trabajador, emprendedor y positivo, mientras que en el Cauca, nuestro imaginario es más de índole negativo pues para nuestro colectivo somos un pueblo conflictivo, que le enajenó su existencia y posibilidad de prosperidad a la clase política y finalmente atornillado a un pasado que nunca regresará.

Recientemente tuve la oportunidad de viajar a Medellín y luego de conocer y admirar las impresionantes obras de infraestructura construidas recientemente, quise conocer las partes más deprimidas de la ciudad como la comuna 3 en la zona de Manrique, lugar que sorprende por su nivel de pobreza.

Finalmente quise sentir el pulso de la ciudad yendo a la plaza principal llamada Parque Berrío. En ese lugar durante varias horas observé la cotidianidad y finalmente ingresé al Museo de Antioquia lugar maravilloso donde se exalta lo regional a través de todas sus salas tanto en lo positivo como en lo negativo, pero con orgullo. Curiosamente gran parte de esa historia antioqueña tiene personalidades nacidas en el Cauca.

En compendio, puedo decir que la bella Medellín en lo social, es una ciudad muy típica de la realidad nacional, la cual se resume en una profunda desigualdad entre la población con acceso a una educación de calidad y la que nunca la tendrá, una ciudad de contrastes donde la gente, al igual que aquí, lucha por su subsistencia a través del rebusque, pero que tanto ricos y pobres tienen un denominador común: Su orgullo de ser paisas.

Tengo claro que nosotros no somos menos que ellos, no somos menos trabajadores ni menos inteligentes, pero si reconozco que en este momento de la historia tenemos que aprenderles:

Primero, debemos cuanto antes cambiar ese imaginario y sentirnos muy orgullosos de lo que somos. Ante todo creo que el Caucano es justo, es honrado, es incluyente, es respetuoso y ha sido el pilar moral de éste país. Resaltemos nuestra caucanidad con un Museo del Cauca, apoyemos las manifestaciones estéticas, intelectuales y sociales, a fin de cuentas es mucho lo que tenemos, para sentirnos orgullosos.

Segundo, debemos liberarnos de empeñarle nuestra existencia a una clase política que no nos representa y que ha tratado de dividirnos permanentemente. Clase, que sigue demostrando que cuando llega al poder sigue contribuyendo a esa división, pues ellos tienen claro, que es así como se perpetuán en el poder. Por lo anterior no nos cansemos de exigirles, no solo hechos sino también mensajes de optimismo y compromiso a sus gobernados, y proscribir para siempre la mala energía y a quien pretenda ahondar la división.

Tercero debemos hacerle una apuesta a la educación de calidad con pertinencia, enfocada hacia el emprendimiento y hacia la asociatividad, para que sea el mayor igualador social y la herramienta para lograr las transformaciones que ésta sociedad necesita. Ver la educación como un bien público y no como un fortín político para feriar las plazas docentes y mucho menos como un instrumento en el que el conocimiento sea una mercancía.

Cuando un pueblo, en positivo, cree que ES, así no sea cierto, hay sumatoria de esfuerzos y procesos de sinergia que garantizan el éxito. Nosotros somos, sólo nos falta creérnoslo.

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