sábado, 15 de diciembre de 2012



EL LENGUAJE PARLAMENTARIO


Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Loco-mbiano

El idioma castellano es tan flexible y se estira tanto que no es el mismo en todas partes. Existe el modo de hablar cachaco, costeño, vallecaucano, guapireño, tumaqueño, opita, santandereano, boyacense. Y hay sus correspondientes acentos, como cantados y con dejos o terminaciones. Me imagino que esas variaciones también existen en otros idiomas. Como en el inglés, norteamericano y británico.

Pero ahora, en Locombia se distingue también el habla parlamentaria. En los amplios y lujosos recintos, quien entra debe acostumbrar su lengua, oído, su genio y su carácter al estilo de habla que allí se usa. Los significados cambian. El uso común y silvestre que habla cualquier nacido sea en la Guajira, Nariño, Tolima o Cundinamarca allí no se entiende.

A los que por allí circulan se les da el nombre de honorables, señorías, doctores aunque no se hayan graduado en universidad, con inclinación de cabeza y rodilla derecha. Bastó tener la plata para la campaña y tener 60 o 70 mil votos para alcanzar el cielo de una curul. Uno de ellos de ellos dijo que tener puesto en una alcaldía, senado o gobernación daba más plata que dedicarse a envíos de cocaína. Fuera de eso tienen fuero para decir barbaridades, burlarse de la LGBTI y no ser sancionados por hacerlo.

Para empezar, decir sí quiere decir no en su vocabulario cifrado. Invertir en Colombia es exonerar de impuestos o disfrazarlos casi de por vida, regalar las riquezas del subsuelo, permitir la contaminación de ríos, nevados, lagos y humedales. Trabajar en un proyecto de ley o de reforma constitucional es asistir a sesiones a charlar, comer, recibir en lobby a ministros, empresarios, contratistas, tramar colgadas de micos y luego golpear su mesa dorada de computador y micrófono con un palmazo.

Fuera de eso, como no les basta el tiempo en el período, logran que les inviten a banquetes y los citen a sesiones extras para ganar otro mes de mesada parlamentaria. Así el año para ellos es de 18 meses con estos y otros privilegios. Más trabaja y profundiza el gorgojo sobre una barra de acero y no engorda como ellos. Son unos de los parlamentarios que más ganan en el Continente. 

Las leyes que han elaborado en los últimos años con tan gran esfuerzo no han servido para que haya más seguridad jurídica en salud, cuidado de las minas, del ambiente, y las de flexibilidad laboral han sido las que más han apretado a los trabajadores y les han quitado sus conquistas. Ahora con la de reforma tributaria quedarán expósitas la clase media, el Sena, Bienestar Familiar y muchos alimentos.

El llamado control político no existe. La comisión de acusación es un elefante mínimo que no ha andado nunca para adelante. A los ministros les han creado Agencias para no trabajar ni responder por sus actos. Hasta dice la prensa que solo calientan puestos. Los límites geográficos de la patria cada vez se disminuyen y el Congreso no dice nada. Las EPS siguen dando que hablar con sus malos servicios y la adulteración de drogas. Toda la carga de la moral pública la está llevando Sandra Morelli.

¿Para qué tener dos centenares de sujetos que no se preocupan por el país, que no les interesa la ciencia ni la tecnología ni la cultura, ni la agricultura, ni la producción del país, sino los TLCs y la “inversión” extranjera que viene a establecerse y contratar la mano barata que ofrecen las tercerías y a llevarse lo que dejaron los colonizadores?

Esta manera de desentenderse de las problemáticas del país, de la guerra, de la economía, del trabajo y los salarios, del territorio de la nación, y que anden llenándose los estómagos con la plata de los contribuyentes tiene cansado al País. Y ahora más que llaman ignorantes a quienes les critican por la aprobación del fuero militar. Ni han tenido en cuenta la opinión al resto del país ni a las advertencias de los organismos internacionales en su omnipotencia y soberbia.

15-12-12                                    9:56 a.m.

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