1928 – 2012
Por Edison Ospina Norato
Hace apenas 36 horas, cuando ya finalizaba la ceremonia fúnebre y doblaban las campanas en las exequias por el eterno descanso del lutier quilichagüeño – chiquinquireño Eduardo Norato, se me acercó uno de sus nietos a pedir que dirigiese unas palabras de agradecimiento, pues la iglesia estaba colmada. Luego de una ligera, pero acertada reflexión, me negué pues la gratitud no debería ser solo a los presentes, sino con todos los quilichagüeños, caucanos y occidentales colombianos, principalmente, y a toda Colombia en general, quienes vivieron y gozaron por tiempo secular, del hoy reconocido y/o afamado fabricante de instrumentos de cuerda; quien nació en Boyacá, pero se especializó en el Cauca.
Ante la notoriedad que han logrado los instrumentos Norato, fundamentalmente los tiples, tiples requintos, bandolas y guitarras, se hace necesario hacer algunas precisiones que coadyuven a dar más prestigio a tan afamados lutieres. Para reconocer, entonces, la influencia de la cultura del Cauca y del Valle, que por supuesto cobijó ampliamente a Eduardo Norato.
Últimamente -tal vez con un cierto complejo de superioridad- algunos Norato, han “descubierto” que el apellido proviene de Italia; de Europa. Bueno, los Arboleda, Gironza, Luna, Hernández, Rodríguez, Fernández, Ospina, Nieto, McCausland,…, etc., también. Claro que si con el origen del apellido Norato se quiere destacar la sensibilidad de los latinos, pues vaya y venga.
En Santander de Quilichao, uno se siente latino, fundamentalmente Latinoamericano. Queda equidistante entre México y el Cono Sur. Somos indios, negros, y blancos que alimentamos el mestizaje. Tal vez por eso los migrantes artesanos boyacenses de la segunda mitad de los años treinta, se convirtieron, ya en los sesenta, en lutieres de fama internacional.
Entonces ahora sí, un chiquinquireño de bien adentro de Boyacá, da las gracias, no solo a quienes colmaron la iglesia el pasado 8 de diciembre, sino a todos los caucanos y vallunos que acogieron a los artesanos chiquinquireños desde el primer tercio del siglo pasado.
Para Santander de Quilichao una afectuosa reverencia pues “susmercedes” hicieron del artesano Eduardo Norato, un lutier que batirá tiempo y espacio pues también regó semillas. Los Norato caucanos participarán de los mejores tiempos que llegarán no solo a Quilichao, sino a toda Colombia, pues ésta tendrá Paz.
Por ahora no doy crédito alguno, mediante citas a los diferentes reconocimientos que sobre los Norato en general y Eduardo Norato en particular han hecho los académicos y periodistas, pero me llamó desde hace más de ocho lustros esta que acredita al Cauca con los Norato desde 1946:
“La guitarrería popular de Chiquinquirá”
Autor: Bermúdez Silva, Jesús, 1884-1969; Pardo Tovar, Andrés, 1911-1972; por Andrés Pardo Tovar y Jesús Bermúdez Silva; Universidad Nacional de Colombia. (Bogotá). Conservatorio Nacional de Música: Centro de Estudios Folclóricos y Musicales
Fecha de publicación:
Colección: Credencial Historia
Parte de: Monografías del Centro de Estudios Folclóricos y Musicales ;
Palabras clave: Colombia; Instrumentos musicales; Música folclórica colombiana
Temas: Instrumentos musicales; Música folclórica colombiana
Lugar: Colombia
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