Por: Luís Barrera
Editor Proclama del Cauca
Se termina un año y con la esperanza del venidero hagamos como si en forma invisible alguien haya activado nuevos chips, propongámonos porque ya no hay tiempo de lamentarnos, iniciar la jornada de un nuevo año, pretendiendo olvidar el año que agoniza, depositándolo en el inconsciente colectivo, hasta que estalle de vez en cuando, en una remembranza de tragedias o actos heroicos, de aciertos y desaciertos, de desencuentros y encuentros.
Lo cierto es que no hay años buenos o malos, solo debemos agradecer al Gran Hacedor cada día vivido, junto a los que amamos, a los que comparten nuestras utopías y sueños, con quienes trabajamos codo a codo siguiendo nuestras visiones, con quienes compartimos los fracasos y los triunfos, con quienes lloramos la tristeza de la derrota y la alegría de la esperanza.
Es la hora de los balances, de sacar cuentas de lo desaprendido y lo aprendido, y de lo tanto que nos falta por aprender. De la necesidad de recuperar la calidez, la capacidad de estar cercanos, de conversar, de perder el tiempo en el ocio fructífero del juego lúdico, para ganarlo aún más con nuevos bríos. De prometer no volver a olvidar las promesas, de ser mejores personas viendo más al otro que al Yo. De nuevos proyectos o consolidar los que están en camino. De fijar nuevos rumbos, para enderezar el que llevamos, conduciendo a otros puertos, con más oportunidades y desafíos.
Todo esto nos lleva a preguntarnos si realmente hemos contribuido a mejorar la calidad de vida de otros, si hemos sido justos y equitativos, si hemos contribuido a salvaguardar nuestro vapuleado medioambiente, si hemos contribuido a crear relaciones duraderas y basadas en la confianza, si hemos contribuido al crecimiento intelectual de otros, otorgándoles más oportunidades y empleabilidad, si hemos contribuido a crear lugares y comunidades más seguras, salvaguardando la vida de quienes ahí trabajan o viven.
Si nuestras respuestas no nos dejan del todo conciliados con nuestra conciencia, debemos hacer votos de continuar en la lucha, casi apostólica por lograr estos desafíos, porque no es una cosa de un día sí y otro no, debe constituir un valor intrínseco en cada uno de los que tienen la responsabilidad, desde su ámbito de acción, frente a sus compañeros de trabajo o colaboradores y la ciudad donde vive.
El próximo año que viene tiene que ser mejor. A pocos días del 2013, un nuevo año que todos esperamos y que seguramente y pese a las dificultades, recibiremos con optimismo y alegría, siempre llenos de fe y esperanza en un mañana mejor, un futuro lleno de salud, amor y felicidad para nuestras familias y seres queridos que nos rodean.
Que este nuevo año 2013 sea un año diferente, mejor y lleno de esperanza para tantos niños que hoy sufren de desnutrición y maltrato, para todos los niños que no tienen hogar y viven en las calles, para todos aquellos hombres y mujeres de Popayán y el Cauca que no tienen trabajo y por tantas personas que hoy sufren en nuestra región por ser víctimas de la violencia, la exclusión y la injusticia social.
El próximo año tiene que ser mejor, para muchos coterráneos que sufrieron a causa de los desplazamientos forzados, las tragedias y accidentes viales, para tantos hogares con dificultades económicas, para las mujeres abandonadas por sus parejas, para quienes perdieron un ser querido o el empleo, para los comerciantes y hombres de negocios en apuros financieros, para tantos privados de la libertad en las cárceles o en contra de su voluntad en los montes, para quienes el año pasó en blanco y el balance es poco positivo.
El próximo año tiene que ser mejor, porque de seguro nuestros dirigentes y gobernantes se esforzarán por cumplir con sus obligaciones y compromisos para con las comunidades que representan.
“Año nuevo, vida nueva”. Quien más y quien menos han comenzado un nuevo año con ilusiones, deseos y metas por cumplir. Esforcémonos por ser mejores por hacer la voluntad de Dios y no la nuestra, reconciliémonos con el vecino, con el amigo y el familiar que tenemos distante hasta por una simple bobada, tenemos que ser mejores caucanos y colombianos, amar lo nuestro, defender y apoyar nuestros mejores hombres y mujeres, en pocas palabras ser optimistas y poner todas nuestras confianzas para mover la mano del que todo lo puede.
Sirvan estas líneas, además, para transmitirles a todos los que de una forma u otra hacemos posibles el día a día de la publicación de este medio de comunicación regional, particularmente a los colaboradores, anunciantes y sus familiares, los mejores augurios para el año nuevo, esperando que los mismos se traduzcan en éxitos profesionales y en el justo reconocimiento a sus labores cotidianas.
Les deseo también obviamente a todos los lectores de PROCLAMA, lo mejor, y que juntos miremos el año que se avecina galopante con fe, con esperanza, con confianza y con la convicción, de que seremos capaces de no defraudar a nadie, menos a nosotros mismos.
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