Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Loco-mbiano
Sorprende que a esta hora los de siempre, los que no han faltado nunca, los campeones para exigir, los sindicalistas “rasos” no hayan mostrado sus puños y no hayan dejado oír sus acostumbradas consignas: ¡El pueblo unido jamás será vencido! Ya casi suenan las 12 horas de las campanas que anuncian que el viejo año va a terminar y no asoman por la esquina los voceadores amaestrados con sus banderas.
¿Qué? ¿Se cansaron, ya los jefes no caminan de viejos, dominados por la inercia? Ya los cotizantes no pagan, y apenas solo los jueces saben lo que piden y salen a pedir aguantando el chaparrón? ¿O será que les da pena salir a pedir en la calle y al final bajan la cabeza porque los que mandan se “retiran” de la gran mesa, ya llenos?
El Espectador* casi siempre se las ingenia para destapar el primero cosas ingratas como esta. Que Fedesarrollo está diciendo que si mucho se les podrá subir a los obreros rasos, o sea, a los vinculados con cooperativas de trabajo o bolsas de empleo, el 3%. Y que eso más o menos es el porcentaje que se paga en Brasil, un país que fue regido por un brillante ex sindicalista.
También nos dice que Anif, - otra empresa que se dedica en estas épocas a hacerle las cuentas al gobierno junto con la Andi y Asobancaria, puso en el tablero la cifra del 4.2 más el 3% por inflación y 1,2% por productividad. Claro. Esto siempre ocurre. Vienen las pujas, el tira y afloje. Vendrá ahora el gerente de la Andi a decir la cifra definitiva. Ya lo sabemos.
Sobran los comentarios, las mesas de trabajo. Las cooperativas de trabajo, entretanto, no sudan. Ellas no consiguen capital, no hacen sino recibir una suma igual al número de abonados o personal flotante en cada empresa de fachada que avalan. Dividen la gran suma en partes iguales y zas!, ya está la nómina lista para el pago. Eso es todo. Los dueños ni se dan cuenta de lo que pasa por su bolsillo. Menos ahora que la reforma tributaria les eximió de un porcentaje de los parafiscales para el pago del Sena, Bienestar Familiar y Cajas de Compensación.
Y vuelve otra vez la pregunta. ¿A todas estas, dónde está la defensa de los simples trabajadores, de los nuevos egresados de universidades que se están ganando el minino? ¡Que se hicieron la CGT, la CUT? ¿Esas siglas pasaron ya a la historia como sus fundadores uno liberal, Mercado y el otro conservador, Cuevas?
Los dueños del capital se escondieron tras las tercerías que vinieron con el TLC, ya ni conocen ni conversan ni se untan de pueblo trabajador. Solo sacan del banco parte de su ganancias cada 15 días o cada mes, lo consignan a las cooperativas, con el visto bueno de Pardo, el ministro bonachón, para que se las entiendan con esa masa ignara y hambrienta que es el asalariado.
Nadie volvió a hablar de plusvalía, ni de ganancias excesivas, ni de salarios de hambre o indecente ni de proletariado o capitalismo salvaje. Ese lenguaje también se enterró con Marx, y los revolucionarios de “antes”. Ya hablar de eso pasó de moda. Y hablar de reivindicaciones sociales suena a lenguaje subversivo y guerrillero.
Oh, sindicalismo colombiano, bueno para nada. Si hasta el sindicalismo se volvió patronal. Son los directivos oficiales los que figuran en las listas de los sindicatos. Cómo se dignificó el sindicalismo. Y lo negro se hizo blanco. Miren, no más, quién está hablando a esta hora de salario minino. El sindicalismo se volvió un fantasma. Y el salario se volvió un pequeño gato de burla.
21-11-12 4:16 p.m.
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