jueves, 3 de enero de 2013

SE LE APARECIÓ UN BULTO


Reinel Gutiérrez

Abundio salió de su casa una noche para cumplir una tarea, y a poca distancia en una calle oscura de Popayán se le apareció un bulto, de una figura no definida, el cual lo hizo erizar, porque sintió un sudor frío.

Esta experiencia es bueno conocerla, porque a él le transformó su vida. Le cambió la manera de ser y actuar por los extraños ademanes que adoptó. Esa vez iba para el directorio político porque la militancia del partido, tenía que ayudar a elaborar las papeletas para votar en las elecciones.

Era la época en la cual el Cauca elegía y reelegía al Dr Mosquera Chaux. Abundio siempre lo respaldó con su voto como agradecimiento por el tamal y el aguardiente que le daban. Nunca creyó que el Dr Mosquera se dormía en el congreso, y pensaba que eso eran ataques infundados de la odiosa oposición.

A pesar de su color rojo en el fondo era conservador y creyente, pues asistía a la misa que oficiaba Monseñor Gustavo E. Vivas, que en sus homilías se refería a las bondades y virtudes de "mi hermano el senador". Inclusive una vez sin que su jefe lo supiera votó por el Dr Mario S., para cumplir con el mandato dado desde el púlpito.

Un día el Dr Aurelio se le ocurrió formar disidencia y armar tolda aparte, y entonces Abundio se fue con él, porque no compartía la política de reclinatorio. Así anduvo siempre, agitando banderas, gritando consignas, pintando muros, instalando pasa-calles.

Nunca supo después de tantos años que el partido tenía varias alas pues el Dr Omar Henry se atrevió a crear la izquierda liberal, y pasó allá, no tanto por las ideas renovadoras, sino porque le llamaba la atención Carmen Eugenia, una joven y bonita líder. Cuando ese movimiento cumplió su objetivo o sea llevar a la cámara a su fundador, se extinguió.

Abundio volvió donde el Dr Aurelio para defender sus tesis, propuestas y proyectos. Algunas cosas le molestaban a este aguerrido copartidario, como cuando un chistoso dijo que se estaba haciendo campaña con un alimento para niños llamado "iragorrina". Eso no era verdad porque el producto se denominaba bienestarina. Tantos "bochinches" que oyó que algunos creía y otro no.

Luego simpatizó con Jesús Ignacio y Luis Fernando, pero sin perder el faro del jefe central. Se siente realizado porque es amigo de tantos doctores importantes que lo saludan, le dan la mano y le golpean cariñosamente la espalda, y no les da pena pronunciar el nombre Abundio.

En la última campaña votó por el Dr Temístocles porque lo convenció el lema "Volver a creer" aunque algunos graciosos lo cambiaron por "Volver a caer".

No ahorra tiempo para criticar a los doctores Navia, Fuentes, Salazar, y hasta Esmeralda. Dice que le gustan más las casitas rojas que las azules. Considera que lo de Probolsa es una vil mentira de los terroristas que atacan las instituciones legalmente establecidas, como sucede también con quienes dicen que los concejales de Popayán se quieren enriquecer. Dice que cuando salió a la plaza pública el Dr Juan José recordó los tiempos viejos de la política, y entendió que primero fue Mosquera Chaux, y después Chaux Mosquera, pero el orden de los factores no altera el producto. Manifiesta que Silva Riviere pudo ser un buen gobernador pero no lo dejaron.

Por ratos se lamenta de no haberse preparado para ser también un Dr, y ganar millones y millones en el congreso, o jubilarse en el Consejo Nacional de la Judicatura. Escasamente hizo el bachillerato y pensó que "a punta de oír discursos" era suficiente.

Un día leyó el libro "La magia de pensar en grande", y desde allí habla de carrazos, fincotas, casotas, y sueldazos, aunque en realidad no tenga nada de eso.

Abundio no entiende algunas cosas y cree que si hay "perro policía", tiene que existir el "perro guerrillero". Ahora con los años no le teme a perder la memoria porque sabe que por allí las venden.

Pero el cuento es que una noche se le apareció un bulto, que le produjo serios cambios en su forma de ser, pero no alcanzamos a contar lo que pasó porque se acabó el papel.

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