CARLOS E. CAÑAR SARRIA
Terminó el 2012. El mundo no se acabó, contrariamente a lo pronosticado por los mayas. Reiteramos en la afirmación de que el fin del mundo es subjetivo, para cada cual finaliza en el momento de la muerte. Todo lo que tiene un comienzo tiene su final. Dios no tiene principio ni fin, es un Ser absoluto y Él es único que sabe cuándo es el final del mundo y de todo. Lo demás es habladuría.
El 2012 dejó cosas buenas y cosas malas. Destacamos la iniciativa de paz del gobierno de Santos. Avanzan los diálogos en Cuba, a pesar de los incrédulos. La paz es una directriz constitucional, es un derecho y un deber. Después de un conflicto de más de cincuenta años, la paz es un imperativo, una necesidad. Los colombianos estamos hastiados de tanta sangre derramada y de tanto daño a la infraestructura nacional. Ojalá la voluntad política de las partes no se resquebraje, pues la paz es la empresa más rentable y es baluarte de los pueblos civilizados. Sólo en un ambiente de paz y de sana convivencia se podrá conseguir la seguridad soñada, Claro está, que además de la paz política es imperativo también un plan de economía social que permita superar las condiciones de pobreza. Es algo que el Gobierno no puede desconocer. Atender las denominadas causas objetivas de la violencia implica hacer cambios al sistema económico. O por lo menos, repensarlo.
No se pueden desconocer los esfuerzos del Gobierno en reducir el desempleo, en otorgar vivienda digna a las familias más pobres, en acercar la educación a más personas, en invertir en seguridad ciudadana en las ciudades más inseguras, etc.
Temas candentes hicieron bajar los índices de favorabilidad del presidente Santos; como por ejemplo, la por fortuna fallida reforma a la Justicia en la que participó un Congreso inferior a las circunstancias históricas. Un Congreso cada vez más desprestigiado y decadente que hizo pedir a gritos la necesidad de revocatoria.
El fallo de la Corte de la Haya que delimitó las fronteras con Nicaragua e hizo perder al país una significativa porción de nuestro mar territorial. Duro golpe para la soberanía y para los intereses de los colombianos. Hecho que deterioró aún más la imagen de Santos, aunque siendo justos, Santos recibió el fallo, como consecuencia de las negociaciones adelantadas por sus dos antecesores. Pero como la política es coyuntural, a Santos le tocó bailar con la más fea.
Un salario de miseria invalida de manera contundente superar la pobreza e indigencia en nuestro país. El Gobierno y el Congreso quedan en deuda con los trabajadores. Un salario de $589.500 es injusto, inhumano y vergonzoso. Un reajuste del 4.02% equivale a $760 diarios y $22.800 más que el actual. Aumento que ha sido considerado por el presidente de la CUT, Domingo Tovar como “una burla a la clase trabajadora del país, mientras que se hace un regalo a los ricos de $6.7 billones por exención de parafiscales”. Por ello ha anunciado un paro nacional en 2013 contra el paquete de medidas del Congreso de la República.
Son muchos los retos que tiene el Gobierno para el nuevo año. Los derechos sociales y económicos son prioritarios para la consolidación de un país feliz. ¡Del Congreso, qué podemos esperar!
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