UN VISTAZO A VILLA RICA
Por Alfredo Viveros Balanta
En uno de los días del año que presenta más expectativas por las curiosas sorpresas conocidas como inocentadas, el parque Feliz Ángel Colorado, de Villa Rica, amanece con una tensa calma. A medida que avanza el día los rayos de un radiante sol comienzan a hacer mella en las espaldas de un grupo de jóvenes que a esta hora hacen deporte en la concha múltiple. De repente, hacia el costado nororiental de la plaza cívica comienzan a llegar vehículos de tracción animal con tableros de madera, cerchas, unos inmensos parlantes los cuales predicen que algo va a ocurrir.
Es normal que ocurran muchas cosas pues el 28 de diciembre es el día de las bromas pesadas lo que hace que quienes observan los movimientos guarden prudencia dentro de un gran hermetismo. Al caer la tarde se respira una tensa calma y es allí cuando al sitio llegan grupos culturales acompañados de sus instrumentos musicales sobresaliendo una gran cantidad de marimbas, instrumento autóctono del Pacífico.
Son las 6 de la tarde. Voladores y toda clase de detonantes artificiales comienzan a llamar a los villarricenses y en 30 minutos se observa un escenario totalmente colmado de espectadores.
El señor Eli Cuadros (presentador) desde la tarima es el encargado de romper el hielo y micrófono en mano anuncia una gran programación cultural preparada por la administración municipal como un regalo de despedida de año para los residentes en este municipio.
La fiesta se abre con la intervención de un grupo de jóvenes que integran la escuela municipal de marimba, promovida por el ingeniero James Guillermo Mina (alcalde). No podía faltar la representación del municipio de Buenos Aires y su grupo tradicional que puso a los mayores a bailar fuga, seguido por la orquesta de salsa portejadeña “Barón”. La banda soporte Clan agitó el ambiente juvenil a son de reggaetón y otros géneros musicales de la actualidad, y ya al amanecer, el grupo de violines Palmeras, del municipio de Santander, puso a bailar hasta a los discapacitados mientras el tradicional castillo y los juegos pirotécnicos engalanaban el cielo.
Fue una noche inolvidable para los asistentes que además disfrutaban de las luces navideñas ubicadas estratégicamente colocando un toque mágico en el entorno. Fue una noche sin discurso pero con un gran derroche de cultura.
Se escuchaba en forma repetitiva a los asistentes decir: “Mito”, como cariñosamente le dicen al alcalde, se salió con las suyas. En términos generales la gente disfruto de una “inocentada verdadera”
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