jueves, 3 de enero de 2013

El Cauca, sin responsabilidad cívica


Por Alfonso J. Luna Geller

Conocidos los índices de pobreza y desigualdad de ingresos 2010-2011 dados a conocer este principio de año por el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas –DANE-, debemos deducir, con tristeza e indignación, que la sociedad caucana sigue siendo víctima de la incapacidad histórica de sus dirigentes y mandatarios y de una burocracia absolutamente inoperante que se fortalece en medio de la miseria de su pueblo.

Al Cauca no le ha servido para nada haberle aportado a la república no sé exactamente cuántos presidentes, en todo caso muchos; ni la infinidad de hombres supuestamente ilustres que no fueron capaces de crear un sistema de desarrollo social seguro al largo plazo, autofinanciable, de buena calidad y sin corrupción, sino todo lo contrario, para su enriquecimiento excluyente dando origen a las estadísticas que hoy registra el DANE. El Cauca ha sido víctima histórica de sus propios dirigentes, especializados en una oratoria electorera que les sirve para someter a sus coterráneos en la ignorancia, superviviendo en la extrema pobreza, que es el caldo de cultivo apropiado para pintarles pajaritos en el aire con rimbombantes nombres, y persuadiendo siempre que no es hoy sino mañana, después de elegidos, cuando llegará la salud, educación, trabajo, sustento y vivienda. Así es el ciclo histórico de la miseria del pueblo caucano hasta cuando llegan nuevas elecciones y volvemos a lo mismo, y otra… y otra… Es la ignorancia consentida y estimulada por una clase domesticadora que se hace elegir cuantas veces quiera. Un pueblo culto, ilustrado, bien informado, no puede ser sometido a tanta infamia, y por eso, los índices de miseria que nos restriegan en la cara, no se resisten sino en ciertas sociedades, como la nuestra.

Otra esperanza frustrada fue el reincidente gobierno departamental que terminó el primer año sin ninguna expectativa cumplida, tanto que les dio pena seguir repitiendo la consigna con que iniciaron: ‘para volver a creer 2012-2015’ y la cambiaron por una menos comprometedora, más gaseosa, que sirve para todo y para nada: ‘Cauca: todas las oportunidades’. Un semestre implementando un supuesto plan de desarrollo y el otro un contrato-plan de la presidencia, que no quiso firmar el presidente. Perdido el año, el Cauca volvió a evidenciar lo que hacen sus dirigentes cuando están en el poder: apoderarse de lo público en beneficio personal o de los cercanos a sus andanzas, y por eso el gobernador hoy está sub-judice. Igualmente, fueron hechos trascendentes la destrucción de la precaria infraestructura vial sobre la panamericana y la negativa a su rehabilitación por falta de gestión; además, se realizó un ajuste burocrático anunciado para “modernizar su estructura para impulsar más eficazmente el departamento, ser más competitivo y elevar la calidad de vida de los caucanos”, que es otro cuento sospechosamente diseñado para adecuar la burocracia a las nuevas elecciones, en un nuevo intento de mandar otra vez al Congreso a la exprofesora Gema López a hacer el ridículo a nombre de los caucanos.

Aquí, en el Cauca, hay un círculo vicioso muy grave: unos dirigentes que no pudieron y no quisieron trabajar por el bien de sus colectividades y nos entregan un departamento prácticamente sin opciones y unas comunidades reducidas a recibir migajas y unos puesticos en la burocracia a cambio de ‘trabajar’ en la (re) elección de esos mismos dirigentes o sus serviles, que son la causa de todo lo que nos muestra el DANE: el departamento con mayor pobreza extrema de Colombia. Y más grave aún: no hay indicios de que estas perversas realidades vayan a cambiar en el inmediato futuro, superar estas circunstancias requeriría la reeducación cívica de una sociedad anestesiada.

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