Domingo 19 de agosto, 2012
De: Mario Pachajoa Burbano
Amigos:
Desde las primeras
letras, en las escuelas enseñan la historia del Libertador Simón Bolívar e incluyen en ella la de su caballo Palomo. Hay varias versiones
sobre Palomo que tienen mucho de historia, de leyenda, de ficción, o una
combinación. La de hoy es una de ellas.
El futuro Libertador Simón Bolívar acababa de llegar a Santa
Rosa de Viterbo camino a Tunja en una mula agotada por el cansancio de la
última jornada y como el guía rehusara darle su yegua, le pidió le consiguiera
otro animal.
Casilda Zafra, que era el oráculo del pueblo, tenía una yegua que estaba
pronta a tener su cría, asegurando que sería el caballo de un gran general.
Sabiendo esto el Libertador le pidió a su guía que le dijera a Casilda que le
guardara el potro para él.
Pasaron varios años y cuando Bolívar iniciaba la batalla en el
Pantano de Vargas, (1819), su antiguo guía le entregó un caballo agregando que
se lo enviaba Casilda Zafra, bautizándolo Palomo.
http://clubhipico.net/caballos/241-palomo.html |
Desde ese entonces Bolívar hizo las entradas victoriosas en Palomo lujosamente enjaezado: Santafé, después de
Boyacá, Caracas después de Carabobo, Quito después de Bomboná y Lima después de
Junín. En las entradas victoriosas Palomo era uno de los más admirados y
aclamados de los desfiles. El Libertador amaba a Palomo blanco como a una parte
de su ser.
La imaginación popular y la tradición ven siempre a Bolívar
sobre el alazán homérico de las batallas y de las entradas después de las
victorias. Así, sobre el Palomo blanco, radiante, espumoso y triunfal, lo ve la
imaginación heroica de las multitudes, recibiendo el torrente elocuente de la
arenga que brotó en la Fortaleza roja.
Palomo era muy agradecido con su amo: lo reconocía a distancia,
al ruido de sus pasos, al timbre de su voz, relinchaba, tendía plumífera la
cola, piafaba... Al montarlo Bolívar, el noble bruto temblaba de respeto. El
caballo era blanco como un copo de nieve, firme, eléctrico. Era tordillo, de
gran alzada y con una cola que casi le arrastraba.
Palomo fue prestado por uno de sus hombres más sobresalientes, que lo
acompañó en su campaña libertadora. Durante la batalla el caballo falleció por
el esfuerzo de una jornada exigente. Palomo
murió en la hacienda Mulaló, municipio de Yumbo, Valle del Cauca. Fue enterrado
al lado de la capilla, junto a una frondosa y antigua Ceiba. Las herraduras del
animal y diversos elementos que pertenecían al Libertador son exhibidos como
testimonio en el Museo de Mulaló.
Referencias: Oh!, La Guía Ecuestre, México.2009 y
Estuardo Núñez "Tradiciones
Hispanoamericanas", Caracas, 1979. Biblioteca del
Congreso, PQ7085. T67
Cordialmente,
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