lunes, 20 de agosto de 2012

ASOMADERO


Conversaciones con Mateo Malahora

En nombre de la paz, desatan guerras.
¿No tienen vergüenza?
Nikki Giovanni

Tuve la oportunidad de asistir hace unos días a Toribio, Cauca, Colombia, con motivo del apoyo y solidaridad otorgados por movimientos sociales caucanos, organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales, intelectuales de la región, nacionales, europeos y suramericanos, a la Nación Nasa, asentada desde hace milenios en la región montañosa del Norte del Cauca y parte del Tolima, población severamente victimizada, desde hace medio siglo, por el conflicto armado interno que padece nuestro país.

Mientras viajábamos en una “chiva” con nuestras compañeras y compañeros recreamos la historia de una nación indígena que asestó duros reveses a los invasores españoles y resistió valerosamente al dominio cultural, militar y social del imperio hispánico.

La Cacica “La Gaitana”, en la época de “La Conquista” y el Indio Quintín Lame, en las décadas de comienzos del Siglo XX, son dos figuras emblemáticas que ilustran en el horizonte indígena de la región el valor, la tenacidad en la lucha y la inteligencia para convocar a su pueblo, sin conocer la rendición.

Pensar que los indígenas son seres de escasa formación, como lo proclaman los paradigmas occidentales, sin valores, insignificantes, de chicha y coca, de comportamientos inferiores, despreciables e indignos, es asociar su pobreza con la humildad y el servilismo que no tienen.

En el lenguaje páez no existen las palabras indios pusilánimes, humillados, humildes, miedo, vasallaje, o sumisión piadosa.

El indio fiel a la Corona española, dócil al encomendero, manso al esclavista, obediente al amo y a la petulancia de los criollos adocenados al despotismo ibérico no se encuentra en la historia de los Nasas, ni de los Coconucos, ni de los Yanaconas.

Quien quiera ver un indio humilde, a la usanza de la cultura reverente y temerosa, no lo encontrará en los indios del Cauca, pero tampoco encontrará indios impíos, paganos, ateos o comunistas, como pretenden que los veamos los heraldos de la injusticia, algunos menguados y mezquinos comunicadores sociales y los fanáticos del biologismo contemporáneo que hablan o escriben de manera deliberada, remunerada o inconsciente en defensa de razas superiores.

¿Humildes, iletrados, analfabetos y repulsivos estéticamente?

Bárbaros y atrasados culturalmente son quienes por sus rudimentarios y primitivos saberes y conocimientos no entienden ni aceptan que los indios históricamente han sido sometidos a una expoliación salvaje.

Desde las urbanizaciones amuralladas, las parcelas con jardines artificiales, los apartamentos de existencia muelle y placentera, las réplicas de mansiones principescas y la parafernalia del “buen vivir”, donde se glorifican el mármol, el vidrio y el granito, que llenan los estándares de las exigencias impuestas por el modelo social contemporáneo, se ve al indígena como un espantajo peligroso y una amenaza contaminante, física, política y estética.

Por eso debió causar estupor y asombro, entre los estamentos y grupos sociales que presumen ser portadores de genomas humanos salvadores o providenciales, que el Presidente Santos asistiera a un “palabreo” con los indios nasas y levantara, con aprobación de diálogo, construcción de paz y compromiso político y social, el bastón de mando de la Guardia Indígena, símbolo irrefutable de la no violencia.

Asomadero, Vereda de Toribio, Agosto de 2012

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