lunes, 20 de agosto de 2012



¿EL PUNK PUEDE MORIR
SI LE CIERRAN LA GARGANTA CON REJAS?


Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Locombiano

Putin, va de paso acelerado, tiene la mirada de acero y sus nervios brincan de celo por sí mismo. La santa Rusia de El Padrecito Stalin de sangre fría salida de Siberia ha vuelto a revivir una tenebrosa historia. Ojalá no por mucho tiempo. No está la harina para tortas de torturas, para tapar la boca y quitar los tatuajes de la lengua a quienes no piensan como su presidente o sus guardianes oficiales.

El mundo global no puede imitar a los lobos que llevan en sus venas nieve y no tienen el calor que hace a los hombres humanos. Está sucediendo en Siria y su tierra está herida con diente tirano. Los pueblos han recorrido una larga secuencia de crímenes de Estado, de guerras intestinas, de separación de hermanos, de gritos de independencia.  

Las épocas de la impía Inquisición medieval han dejado unas imágenes, unas cenizas, unos instrumentos horrendos que nos negamos a repetir entre urnas de cristal o barrotes de hierro. La jerarquía eclesiástica desde Roma entrenó a canónigos y obispos para que iniciaran las nefandas cacerías de brujas que luego fueron sacrificadas en hogueras. En plazas y tarimas eran expuestas e interrogadas para hacerlas recaer en supuestas herejías contra la fe católica y romana.

No puede ser que hoy un presidente en una república de carácter laico, heredero de férreas disciplinas de la KGV y de ideas nacionalistas quiera asimilar su ideología a una religión y obligue a pensar que su mandatario es intocable, venerable y presidenciable por los siglos de los siglos.

Tres cantantes irreverentes, Nadia, Katia y Masha, librepensadoras, iconoclastas, como todo artista moderno en cualquier nación del mundo, con sus arreos personales de tatuajes, cantos, clanes y propaganda, han empleado su voz y fama para expresar su opinión de rechazo al régimen putinista.

La magistrada que lleva el caso, como nueva sacerdotisa pagana, con poder y policía y cárceles se ha erigido en vengadora de la popularidad ofendida y los ha encerrado para cerrar su boca y acallar su canto de protesta. Prohibido protestar, prohibido opinar contra el régimen, prohibida la oposición, prohibida la oportunidad de pensar distinto bajo la amenaza de multa o pérdida de la libertad en la prisión.

No han reaccionado abiertamente los venerables jerarcas de las iglesias religiosas porque la protesta se llevó a cabo dentro de una catedral. Pero sí lo hizo la justicia rusa porque su Presidente se sintió ofendido y vulnerado en su dignidad pontifical y cuasidictatorial.  

Los gobiernos de extrema derecha o izquierda tienen ese lastre pernicioso. Caer en la tiranía, en la represión a sangre y fuego. Se erigen en dioses terrenos y se atornillan en el poder con complicidad del aparato judicial y los mandos militares sin importar que el pueblo caiga en la cárcel, bajo las balas o el desaparecimiento definitivo mientras las demás naciones contemplan de lejos la parodia.

19-08-12                                              11:32 a.m.

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