Por FABIO ARÉVALO ROSERO MD*
Hace un tiempo le consulté a Isabelle Lesens (líder programa
bicicleta-ciudad en París) sobre la extensión de ciclorrutas en París. Me
contestó que era irrelevante, que lo importante era haber logrado que los
usuarios de la bicicleta pudieran compartir la calzada con los autobuses sin
mayores riesgos. Excepcional logro de convivencia, producto de una gran visión
y voluntad política.
Las experiencias del mundo en movilidad no motorizada, demuestran
que es irresponsable hacer que la gente se transporte en bicicleta mientras no
se hayan establecido generosas políticas de seguridad, acompañamiento y
educación ciudadana. En lo local los riesgos son elevados, ya que no hay
compromiso serio de promover los modos de movilidad alternativa.
Lo acontecido con el gravísimo accidente del joven Armando Burbano
en una prueba ciclista organizada por la alcaldía, demuestra la falta de
compromiso con estas alternativas saludables. El asunto no es de poca monta, es
una tragedia familiar inducida o casi “provocada” por quienes tienen la
responsabilidad de la seguridad de los deportistas.
Si bien el peso recae sobre el alcalde, este delega en sus
funcionarios la correspondiente responsabilidad. En este caso sobre el
secretario de Tránsito, quien tenía la obligación de organizar milimétricamente
la logística coordinando a la policía, la Cruz Roja, bomberos y demás entidades
de salvaguardia. Debilidades de autoridad, compromiso, competencia y previsión
llevarían a semejante desastre.
No es de extrañarse, el funcionario es el mismo que en un informe
aparece reportado por infracción de tránsito con multa que al parecer, no pagó
y por algo grave: exceso de velocidad. Es el mismo responsable del caos
provocado durante una etapa en Popayán de la Vuelta a Colombia. Es el mismo que
promovió, respaldó y defendió el injusto incremento a las tarifas de transporte
urbano; un servicio indigno y pésimo. Es el mismo que cree en zonas azules
centrales para inducir más tráfico y caos de movilidad.
El mismo que expide un discriminatorio decreto otorgando
privilegios de movilidad al alcalde, concejales, gobernador, diputados y otros
funcionarios. (Después exigimos cultura ciudadana, cuando ni siquiera hay
interés por dar ejemplo. La cultura ciudadana es asunto de liderazgo
inspirador). Es el mismo a quien poco o nada le importan peatones y ciclistas
ya que todos los días debemos arriesgar nuestras vidas en el espacio público, a
falta de medidas básicas de protección y acompañamiento.
A pesar de todo el secretario de Tránsito no debe renunciar,
debería ser destituido fulminantemente. Alguien debe asumir una mínima
responsabilidad, frente a semejante tragedia, que a lo mejor poco le importa.
Pero como estos funcionarios, creen que están para que los sirvan y no para
servir a la gente, se impondrá su arrogancia, indolencia y soberbia sobre el
interés colectivo. Ni siquiera es consciente que por su cuenta expondría al
alcalde a un desgastante trámite de revocatoria de mandato.
Se administra con autoridad, competencia y buen ejemplo. ¿Alguien
conoce al secretario de Tránsito? ¿Quién lo respalda? ¿Por qué no hay una
iniciativa de trámite de moción de censura en el concejo? ¿Están cómodos con
él? Y sobre todo, ¿Dónde está el secretario?
Apostilla: Librándonos de estos funcionarios
y mejorando una administración podemos imaginarnos una ciudad en paz, veámoslo
aquí:
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