Reinel Gutiérrez
Todos los días el hombre del cuento, realiza largas caminatas, que
inicia en el sector urbano, para ir a la zona rural y luego regresar.
Es un ritual diario que hace con los pies descalzos, los cuales se
le han deformado, al tiempo que generaron dura resistencia al pavimento, a
veces frío, otras quemante, o también húmedo.
Estos pies que no saben lo que son unos zapatos, y menos un
pedicure, lo trasladan por el extenso trayecto, que como círculo vicioso tiene
que recorrer.
Siempre lleva en su hombro un pequeño saco o bulto, que protege
con mucho cuidado como algo muy valioso. Avanza paso a paso y no le interesan
los escándalos del General Santoyo, la libertad de Sigifredo, los ataques a la
doctora Piedad Córdoba, o la reelección de Hugo Chávez, o del Dr. Santos.
Le interesan muy poco los "trinos" del expresidente Álvaro
Uribe, las violaciones, el robo del presupuesto nacional, o el apretujamiento
en las cárceles.
Es decir está en la sociedad, forma parte de ella pero se mantiene
aislado, al margen de todo acontecimiento, y parece que lo esencial es su
pequeño bulto, al cual le da tanta importancia, como la que pudiera tener un
proceso de paz o una reforma a la justicia.
Parece una persona sin problemas, o lo contrario, los tiene todos,
y ya no hay salvación. Su estado mental debe tener algunas deficiencias, de allí
que pueda deambular sin complejo alguno, sin el temor del juicio social por no
estar a la moda.
Aquí lo que no se sabe es, quien está más loco, este orate del
bulto, o los demás que votan, oran y prestan servicio militar.
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