Reinel Gutiérrez
El señor Raúl Angucho es un trabajador dedicado a su familia y también
al deporte, éste ultimo que trae beneficios para la salud, pero en
oportunidades también causa molestias físicas.
Dedicado por mucho tiempo a la vivencia de transportar un balón
con los pies, eludir al contrario hacer un pase perfecto, pararlo de pecho,
cobrar tiro de esquina o máxima pena, pero ante todo el éxtasis de hacer el
gol, un día se vio afectado de meniscos, problema que se le presentó en una de
sus rodillas. Ante el inconveniente debió ser intervenido quirúrgicamente, operación
que supuestamente lo dejó bien, por lo cual meses despumes no resisto la tentación
de volver al alegre juego del futbol.
No fue tanta la dicha porque le reapareció el dolor, y esta vez más
agresivo por cuanto se hizo extensivo a la otra pierna y a diferentes partes de
su cuerpo, hasta el punto de ocasionarle dificultades de movilización.
Su cuerpo se fue paralizando, y buscó alivio con médicos,
especialistas, deportólogos, curanderos, remedios caseros, pero el mal
avanzaba.
La historia presenta una faceta más y es que hasta los magos
quisieron intervenir, diciéndole que le habían hecho maleficios, y que era
necesario un tratamiento largo y costoso para sacarle la sal que le pusieron
los enemigos.
Nada de eso sirvió y se descartó una vez más que esas fórmulas
puedan curar.
Diez largos años pasó Angucho en esa odisea, hasta que consocio al
señor Fernando Granada, experto en rehabilitación física y neural, quien con
una terapia particular, desde hace muchos años logra mejorar a lisiados y
golpeados. Fernando, en la Fundación Paso a Paso, de Popayán, cumple esa noble misión
con gran paciencia, tolerancia, y don de gentes.
Raúl Angucho dice, con gran alegría, que después de prolongado
tiempo de limitación, ahora puede caminar, correr, montar en su bicicleta, y
ante todo trabajar.
Hay en este mundo personas que trabajan a veces modestamente
porque antes que elevar el ego, y construir falsas imágenes su tarea es servir
para tener una conciencia tranquila la satisfacción del deber cumplido, y la alegría
de ver los resultados. Ese es Fernando Granada.
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