LA MAL-DITA EBRIEDAD HUMANA
Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Loco-mbiano
La ebriedad en hombres y mujeres ha sido malentendida. Y de ella se han ocupado dioses, diosas, poetas viejos y jóvenes en sus devaneos y locuras. Y, por supuesto, los beodos también han querido probar las dulzuras que dan el vino, la danza y el canto con cítara, flauta y dulzaina.
La ebriedad la inventaron los dioses y después la han gozado argonautas, gigantes, juglares, tahúres, rábulas y soñadores en vigilia.
Ebriedad, equivale al concepto de arrebato, desmesura o impetuosidad de la vida, ὕϐρις en griego. Se concebía como máxima expresión de la felicidad que podía conducir a la muerte como último destino. Es un estado superior del ser humano en su ilusión de ser iguales o superiores a sus dioses. Aquiles, Prometeo, Eco, Casandra, Jasón ostentaron la ebriedad en sus acciones y por ella lograron realizar hechos osados que los llevaron a la desventura y la muerte.
Gran maestro de la Ebriedad fue Baco también conocido como Dionisos, hijo de Sémele y Zeus, dios del vino y el frenesí que lo acompaña. Tenía sus sacerdotisas, las bacantes o ménades, semidiosas inspiradas. Entre los griegos, según Nietzsche, Dionisos era quien regía la línea del placer, la desviación de la norma usual, de la música y el arte, mientras que Apolo era el símbolo de la línea recta, de la virtud y el decoro.
Baco descubrió el secreto de cómo extraer vino del producto de la vid y luego lo regaló a los hombres para luchar contra los gigantes y para facilitar la inspiración poética. El espíritu del vino en la sangre exalta el ánimo para la defensa y hace fluir en la imaginación mundos ideales. El joven Baco acostumbraba a recoger uvas debajo de un parral. Aprendió a hacer el vino y lo compartía con los sátiros del bosque. Ellos traían a sus doncellas, tocaban la caña o avena y armaban orgías. Algunos se quedaban sin doncella y empezaban a pelearse. Jamás lo hacían con Baco porque se quedarían sin el vino.*
En la cultura occidental estos nombres y sucesos dieron origen a las famosas fiestas en que las Bacantes rendían honor a Baco. Inicialmente solo participaban mujeres que ofrecían culto al dios Pan, semejante a las deidades walkirias, que al mando de Freyja en la mitología alemana, servían tragos a Odin.*
Hombre, mujer, vino, efluvio, encantamiento, inspiración poética, romper las reglas, crear mundos diferentes, he ahí el sentido de ebriedad. Componer, idear, contradecir la realidad, trastornar lo lineal y convencional, es la tarea del arte. El vino, la cerveza, su espíritu que vuela y hace volar, hacen la compañía alegre y volátil. Solo lo comprendieron los dioses y lo regalaron a los simples mortales.
No de otra manera pudieron vivir, pintar o cantar Plutarco, Ovidio, Petronio, Boccaccio, Moliere, Villon, Tristán Tzara, Breton, Eluard, Rimbaud, Verlain, George Sand, la Pizarnik, Van Gogh o Henry Miller.
Oh, ben-dita ebriedad, nacida en la heredad del gran Dionisos, haz que esta pluma vuele, que esta mente loca no se canse de demoler entre sus dientes, la inutilidad de nuestros gobernantes. Oh, espíritu caliente de las carnes, los vinos y la cerveza, acompáñanos siempre en la mesa, en los sueños y la muerte.
16-01-13 11:34 a.m.
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