sábado, 19 de enero de 2013

Confianza, mejor activo de gobierno


FABIO ARÉVALO ROSERO MD*

Las mejores prácticas del mundo han demostrado que los gobiernos de ciudad más exitosos, han sido posibles donde los ciudadanos votan libremente, escogiendo un líder en el cual confían. Y lo siguen porque tiene carácter y competencias (autoridad más capacidad). Un dirigente legítimo es capaz de hacer equipo con su pueblo y sacar adelante proyectos de desarrollo sin depender demasiado de los recursos. Hay ejemplos históricos de las mejores alcaldías del mundo como: Enrique Tierno Galván (Madrid), Raul Pont (Porto Alegre), Paco Moncayo (Quito), Andrés López (México), Rudolph Giuliani (NY), Mockus-Peñalosa (Bogotá), Sergio Fajardo (Medellín), etc. Transformaron sus ciudades, con el mayor activo: la confianza.

Lo reconfirman modelos vigentes de alcaldías: Boris Johnson (Londres), Copenhague (Ritt Bjerregaard), Toronto (David Miller), Zurich (Corine Mauch) y Nueva York –NY- (Michael Bloomberg). Este último, el mejor ejemplo de aplicación de la Ley antitabaco, de educación para mejorar el estilo de vida, de generar espacios para volver la ciudad accesible, caminable y segura. Ha sido vital el aporte de expertos que demostraron el impacto que tiene en la disminución de la violencia embellecer, ordenar y dignificar los espacios urbanos. En el libro “The Tipping Points” de Malcom Gladwell, ("Cómo las pequeñas cosas logran gran diferencia"), muestra que, en NY, al asear, pintar trenes y las estaciones del subway, disminuyeron los crímenes.

También ha servido el desarrollo de la “Teoría de las ventanas rotas” sobre el contagio de conductas inmorales o incívicas. Tiene origen en experimentos del psicólogo Philip Zimbardo. Abandonó un auto en las descuidadas calles del Bronx (NY), sin placas y con las puertas abiertas. Su objetivo era ver qué ocurría. A los 10 minutos, empezaron a robar sus partes. A los tres días no quedaba nada de valor, lo destrozaron. Abandonó otro auto, en parecidas condiciones, en un barrio rico. No pasó nada. Luego machacó algunas partes. A las pocas horas el auto estaba tan destrozado como el del Bronx. Este experimento dio lugar a la teoría de las ventanas rotas de George Kelling: si en un edificio aparece una ventana rota y no se arregla, inmediatamente el resto de ventanas acaban siendo destrozadas por los vándalos. De ahí la importancia de mantener la ciudad limpia, las calles en orden.

Una mejor ciudad solo será posible con gobernantes confiables y capaces, elegidos sin “politiquería”, ni manipulaciones. Que hacen equipo con los ciudadanos generando espacios más para la gente. Mejorando íntegramente el servicio público y peatonalizando áreas medulares de la ciudad. Ello genera educación ciudadana y mejora el comportamiento. Kant dejó una pauta útil: “actúa siempre de modo que tu conducta pueda ser considerada una regla universal”. ¿Le gustaría que todos rompiesen los autos, pintasen las paredes, mintiesen, robasen o defraudasen? ¿No? Entonces esas conductas no deben ser llevadas a cabo. Como dijo Aristóteles. “Si no quieres ser mentiroso, no digas la primera mentira, porque... la próxima vez será más fácil”.

Apostilla: Más sobre la teoría de las ventanas rotas se encuentra, siguiendo este enlace:


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