lunes, 14 de enero de 2013

HASTA LUEGO A UN AMIGO


De: Aymer Arboleda


El pasado domingo 13 de enero le dimos un sentido “hasta luego” al compañero y amigo Julio Enrique Bustos González que descansó en la paz de nuestro Señor.

Enrique fue un incansable trabajador que en los últimos años literalmente a lomo de caballo recorrió a diario las montañas para llevar la alegría del deporte a niños y jóvenes de las regiones más apartadas de Santander de Quilichao sin importar cuál era su condición política o social; un animador permanente de la realización de los Juegos Intercolegiados e Interescolares (por demás el programa bandera de los entes municipales de deporte) en la zona rural.

Paradójico que haya sucedido justamente al final de un año donde el estado de nuestro deporte infantil y juvenil ha llegado a un estado deplorable: la cifra más baja de participación en los casi 20 años de creado en Instituto, apoyo casi nulo a su realización y con los niños y niñas que se atrevieron a participar esperando sus premios y reconocimientos 7, 8 y hasta 9 meses después de culminadas las competencias.

El temple, la disciplina, la insistencia y, porque no decirlo, hasta la terquedad de Enrique hacía que cada año cientos de pequeños participaran en la fiesta del fútbol y el microfútbol en sus veredas y luego aquellos cuyos resultados los mostraran como los más capaces recibían el premio de llegar a Santander de Quilichao a jugar contra los niños del pueblo, de los colegios grandes. El año pasado algunos extrañamos mucho a esos pequeños y sus grandes sonrisas; infantes y jóvenes que ya todos sabemos a qué están expuestos.

Tal vez para el oficinista cómodo o el politiquero pensando en los votos de mañana no les parezca mayor cosa que 30 o 40 chiquillos indígenas y campesinos de piel tostada por el sol no vengan a darle patadas a un balón en una cancha del pueblo pero para esos pequeños son estas experiencias de vida que resultan transformadoras. Pueden creer que estoy exagerando, pero los que tuvimos la fortuna de conocer y trabajar con el “profe Bustos” conocíamos que en muchas ocasiones cuando esos niños y niñas venían de su mano a jugar al polideportivo o a Betania, ¡era la primera vez que venían a la ciudad! … primera vez para muchas cosas: compartir con otros niños, meterse por primera vez a una piscina, recibir un aplauso, un abrazo de un desconocido o un diploma… Estas, amigos míos, son experiencias transformadoras para esos infantes; ven y pueden reflexionar en que la vida puede estar más allá de sus parcelas y de sus humildes hogares, hay otros horizontes, hay otra clase de personas de quienes aprender o de quienes cuidarse, ventanas que se abren ante sus ojos inocentes. Quizás por esas acciones es que más admiro a Enrique; por ser todo un héroe anónimo que a través del futbol enseñó disciplina, trabajo duro, orgullo y que dibujó miles de sonrisas en las caras inocentes de nuestros pequeños campesinos.

Julio Enrique fue siempre un hombre sencillo que no persiguió los reconocimientos, nunca pagaría por tomarse una foto con un importante personaje o por tener una condecoración en su pecho; se ocupó de lo que sabía hacer muy bien: cuidar de su familia, trabajar con sus pequeños futbolistas, apretar con ganas y con alegría la mano de sus amigos y cumplir a cabalidad su palabra. Estas si son las personas que deben ser un referente para nuestra comunidad.

Me tomé el atrevimiento de escribirles estas palabras, amigos periodistas, sólo con el ánimo respetuoso de sugerirles que destinen 30 segundos en sus programas o 2 líneas en sus escritos a saludar a su familia y agradecerle a Dios por su vida y por sus años al servicio de los niños campesinos e indígenas y el deporte.

Descansa Enrique.
Un abrazo
Aymer

Apostilla: Julio Enrique Bustos González falleció el pasado 12 de enero de 2012, con 58 años de edad. Líder deportivo, entrenador y monitor de futbol desde el año 1995 y 2011. Apoyaba y entrenaba en sus días de descanso a los niños de las escuelas del Resguardo.
Nacido en Santander de Quilichao, vivía en el Resguardo de Canoas.
Era el séptimo hijo de trece hermanos. Casado con Rosa Tulia Ramos.
Hijos: Alexander, Adriana María, Jacqueline y Fabián Enrique Bustos Ramos.

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