LA INDUSTRIA COLOMBIANA EN EL EXTRANJERO
Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Loco-mbiano
De vez en cuando repico campanas para recordar cuando teníamos compañías productoras en nuestro país. Lo recuerdo por si todavía algún capitalista vernáculo tiene corazón valiente y le da por invertir en su patria. ¿Qué se hicieron los compatriotas con garra de empresarios? ¿Acaso se acabó la semilla que sembraron Coltejer y Fabricato en Medellín y ahora lo que quedaba se lo llevó Interbolsa?
Nuestros últimos presidentes no hacen más que hacer retumbar la bocina para que vengan los inversionistas extranjeros a darle oxígeno a la economía. Y han llovido. Ya se han llevado a Avianca para Brasil y el Sur, para Inglaterra a Bavaria y se han ido llevando poco a poco nuestras minas de oro, níquel, carbón y los yacimientos de petróleo.
¿Qué se hicieron nuestros genios, nuestros estudiosos, las patentes registradas, los creativos de productos, los emprendedores de nuevas fábricas, los ingenieros que monten maquinarias metalmecánicas, que reemplacen a los eternos técnicos y dueños de empresas, extranjeros?
Y ahora, la gran noticia económica y el gran logro que predominará en este siglo es que Colombia está exportando nuevos mercados sin TLCs a otros países. Se trata de los mercados monetarios. Las empresas que manejan plata se están trasladando al extranjero para invertir su experiencia en captar dineros.
Bancos, como el Grupo Aval, formas financieras como las de fondos de pensiones entre nosotros, aseguradoras están situando sus capitales captados de ahorradores y con la ampliación de la bancarización de empleados y trabajadores, para mostrar sus avances en esta materia en tierras foráneas.
No es un fenómeno nuevo. El banco BBVA de España hace pocos años vino a fortalecer la decadencia que padece en la eurozona la economía española y ahora que sus arcas reportan buenos dividendos han vendido buena parte a bancos chilenos que se han interesado también en el mercado monetario colombiano.
Qué bueno que la plata de los bolsillos del pueblo, el oro, las esmeraldas, el platino, el carbón y el petróleo sea lo que interesa y que nuestros economistas y agentes cambiarios y de finanzas internacionales se estén lucrando y que luchen a brazo partido por conseguir más dividendos en otras latitudes.
No habrá papa, arroz, maíz, yuca, plátano, flores, frutas en nuestros campos, pero qué bueno que los bancos crezcan y los apetezcan nuestros vecinos de Centro América, Panamá, Chile, Brasil. No habrá crecimiento evidente, ni veremos a nuestros agricultores exportando lo que siembran en una parcela sin herramientas ni certificación por la calidad de lo que producen. Pero nuestros banqueros y aseguradoras están representando a nuestra Patria y eso es muy loable y noble y hará crecer el Producto Interno Bruto.
Así ellos podrán ofrecer préstamos a quienes deseen establecer un consorcio temporal para exportar lo que el agricultor recoja en su parcelita. Fríjoles, leche, quesos, café, al lado de vagones llenos de carbón y de petróleo cruzarán el mar en containers. Y el campesino colombiano esperará que los señores les devuelvan el buen precio que pagan, sin aranceles, los del Norte.
Este sí es en realidad el país de la Prosperidad para unos pocos. Los banqueros, los aseguradores, los dueños del capital salido del bolsillo y los ahorros para pensiones del asalariado colombiano.
14-01-13 4:09 p.m.
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