lunes, 17 de diciembre de 2012



SOY GALÁCTICO Y ANDROIDE


Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Loco-mbiano

Eso de estar al día en avances de la tecnología lo hace a uno caer en extremos y complicaciones. Quien escribe y ha dejado atrás las cuartillas de papel y el bolígrafo humilde y hasta la máquina de escribir, ha entrado al mundo de la nube y del ámbar, del celular y de lo que llaman las redes sociales. Esa transición no fue una decisión tan fácil.

Tiene uno que vaciar sus costumbres viejas, su aspecto serio y circunspecto y decidirse a poner el brazo sobre el hombro de la era moderna. En mi caso hube de comprar nueva máquina, regalar mis antiguos enseres y empezar a cacharriar, como dicen los maestros. Eso de entrar a cursos intensivos no es conmigo. Allí los instructores se saben unos trucos y creen que eso basta. No quise perder plata en esos avisos que ofrecen ponerlo a uno al día. Es mejor ensayar, cometer errores y asesorarse de vez en cuando del hijo o de los nietos que se las saben todas.

Y me dediqué a escribir en Word, a meterme a google y a yahoo para encontrar ilustraciones para mis textos como me enseñó Ignacio Ramírez, el gran Cronopios, a leer periódicos y revistas y ponerme al día en noticias y eventos científicos y culturales. La responsabilidad de escribir y tener en la lista a unos abonados ilustrados que reciben las maldades que uno escribe, implica estar informado, transmitir en lo posible una visión acertada y ajustada a la realidad.

El mejor premio que he recibido por mi edad y trabajo es estar pensionado. Eso quiere decir que mis hijos están grandes, independientes y que puedo moverme a donde queramos y mi bolsillo aguante. Planeo con mi novia de cabecera ir a conciertos, recitales, festivales, exposiciones, lanzamientos de libros y procuramos captar con cámara y sentidos lo más importante a nuestro alcance.

Mi Nokia 6020 me permitió por varios años tomar fotos de eventos, carátulas de libros, escenas callejeras y reuniones y grabar videos para subirlos a youtube. Me he convertido en reportero gráfico y cronista de cuanto acto cultural ocurre a mi alrededor. En especial, me encanta servir de testigo de la actividad poética de la mujer en nuestro medio tan machista.

Estoy metido en una especie de antología de poetas con los ya 100 videos que he tomado con mi cámara. Lo verán muy pronto ustedes. No son mi rosca. Son los nuevos poetas.

Y en esta sabrosa brega me he ilusionado por adquirir un celular con más pixeles y fidelidad en captar la imagen y el sonido para mi actividad cultural. Y he comprado un galaxy ace. Podrán ustedes imaginarse lo embolatado que estoy ahora. Se me pierden los minutos abriendo, cerrando, desbloqueando, pulsando, deslizando el dedo, trasladando, subiendo en directo. Parezco un saltimbanqui, a un bobo que se para en la esquina a ver cómo es que opera blutub o se tuitea.

Me he convertido en un androide que empieza a caminar. De lo más elemental hasta lo más avanzado hay un gran trecho. Imagínenme ustedes con un pié en la galaxia y con el otro igual que un simio que de una pata se cuelga de la nube. Al fin estoy aprendiendo estas excentricidades a que se debe someter quien porta un aparato de estos. Procuraré no usarlo en medio de un banquete y pasar por el ridículo de olvidarme de charlar en una fiesta por estar tecleando con dos pulgares como un mico y como cualquier gomelo.

Ya estoy entendiendo que la nueva tecnología tiene sus riesgos. El galaxy de punta no me ha solucionado el problema de la nitidez de la imagen que tiene mi antiguo Nokia y mis minutos de tigo se pierden entre tanta tecnología galáctica.

17-12-12                                         9:28 a.m.

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