Por: Luís Barrera
La Reforma Agraria en Colombia es
un tema estratégico para la solución de diversas problemáticas que afectan al
país desde hace años, como son la violencia en el campo, el desplazamiento
forzado, el desempleo, la pobreza y el narcotráfico.
Siempre este espinoso tema se ha
tratado con tapujos y prevenciones desde un enfoque simple y unilateral, en el
que sólo se aborda el tema de la propiedad de la tierra. Ahora con ocasión de
los diálogos con las FARC, el gobierno y la sociedad civil han comenzado a
realizar propuestas hacia un enfoque integral que tiene en cuenta la
articulación del tema agrario al contexto social, económico y político, a
través de la planificación de propuestas que integran otros aspectos como la
satisfacción de necesidades básicas, el acceso al crédito, la asistencia
técnica y empresarial, la asociatividad y la participación en la toma de
decisiones.
La tan cacareada Reforma Agraria
ha sido la forma principal de intervención en el mercado de la tierra. Aunque
se supone una política estructural que busca una mejor distribución de la
propiedad de la tierra, promover mayor eficiencia en los patrones de uso de los
suelos y un cambio en la estructura de distribución de las tierras con
potencial de uso agropecuario, la claridad conceptual y operacional no va más
allá de la búsqueda de una división más equitativa del recurso.
Mientras unos tienen la consigna
que la tierra debe ser para quien la trabaja, otros aseguran que la tierra
vale, según quien la tenga.
En Colombia llevamos más de 50
años en un conflicto armado que muestran cifras de desplazamiento interno del
campo a la ciudad iguales que las que exponen países como Angola, Sudán,
Afganistán e incluso el mismo Irak.
Se estima que alrededor de 4
millones de hectáreas de tierras han sido abandonadas por personas desplazadas;
esta cifra es tres veces mayor que la cantidad redistribuida por el gobierno a
través de reformas agrarias desde 1961.
La ‘relatifundización’ se produjo
como resultado de la conjunción de fenómenos económicos y políticos como la
expansión de los grupos paramilitares y del conflicto armado, que han
propiciado desplazamientos de población y apoyado procesos de concentración de
la propiedad de la tierra en cabeza de narcotraficantes, ganaderos,
especuladores y de los mismos dirigentes del paramilitarismo.
Por otro lado la economía del
narcotráfico que produjo en primer lugar una nueva capa de compradores de
tierra latifundistas, que elevó los costos del dinero y el crédito
fortaleciendo las causas de especulación con la tierra y que al mismo tiempo
generó una salida económica en las zonas de colonización a parte de los
campesinos y jornaleros desplazados por la violencia o por causas económicas.
Y como si fuera poco la apertura
económica que aumentó en 700% las importaciones de alimentos y provocó una
drástica reducción del área sembrada, especialmente en cereales.
La experiencia del Cauca, por
ejemplo, demuestra que distribuir la tierra sin darle a los beneficiarios los
medios para hacerla productiva, no es efectivo y por lo tanto, no promueve el
buen uso del recurso escaso.
A través de su historia, Colombia
ha mantenido un agudo conflicto agrario con implicaciones en los ámbitos
sociales, políticos, económicos y culturales del país. La cuestión agraria ha
estado en el centro del histórico conflicto político armado colombiano. No hay
duda, el conflicto ha estado atravesado por la disputa por la tierra y por eso
un eventual proceso de paz pasa por una Reforma Agraria.
Durante las últimas décadas, el
campesinado caucano en los pueblos indígenas y negros empeoró sus condiciones
de vida y considerables extensiones de territorios e importantes ecosistemas
han sido destruidos por la minería ilegal y por los procesos de colonización que
propiciaron las políticas agrarias y el desarrollo agroindustrial.
En el territorio caucano,
campesinos, aparceros, indígenas, trabajadores agrícolas, negros, tienen una
larga y dura historia de contienda y confrontación con terratenientes,
empresarios agrícolas y empresas transnacionales. Son muchos los hechos que
recuerdan esta historia.
Es por esto que en los diversos
procesos de paz la cuestión agraria ha sido un eje preponderante y lo será para
las actuales conversaciones de paz entre el Gobierno nacional y el grupo
insurgente. La clave de un panorama distinto para Colombia sólo es posible con
profundas trasformaciones lo que hace prever que la paz requerirá de una
verdadera Reforma Agraria.
Cuando se habla de guerra y
conflicto en Colombia, o en el Cauca, se hace referencia a un cúmulo de
problemas cuyas raíces son complejas y muy antiguas: la lucha por la tierra,
desplazamiento, la violencia del dinero hecha sangre, la presencia constante de
armas y la dificultad que el tamaño del conflicto pueda solucionarse desde un
poder central, que impulsa la apertura de todo el territorio a manos de
multinacionales.
Los problemas actuales del Cauca
son diversos y muy complejos. Paradójicamente, muchas veces esos problemas se
originan en de una de sus principales riquezas, su diversidad.
Su gran diversidad, además de
darle una gran riqueza al departamento, también le ha generado conflictos, en
especial en lo concerniente a la tierra. El Cauca aparece como el segundo
departamento en Colombia con la distribución de tierras más desigual. De los
cerca de 1,2 millones de habitantes del Cauca, 21% son indígenas y 22% son
afrodescendientes, los cuales son propietarios del 30% de las tierras del
departamento.
No se puede negar que la creación
política del campesinado colombiano se ha dado a través de una valiente lucha
contra la explotación latifundista y el monopolio de la tierra. Los campesinos
establecieron en diversas ocasiones formas colectivas de trabajo agrario,
herencia de los pueblos indígenas, y en múltiples momentos defendieron la
tierra incluso a través de rebeliones armadas.
Pero los inconvenientes que
surgen alrededor de la tierra parten desde la misma concepción de su función.
Mientras para los mestizos y blancos la tierra constituye un recurso
explotable, para las minorías étnicas del departamento cumple una función
central dentro de su cultura, medio de sustento y espacio para ejercer su
autoridad, es decir, un territorio. Se puede decir entonces, que la situación
actual de los recursos del Cauca está caracterizada por cuatro factores: concentración
de la propiedad, concepción del uso según identidad étnica, conflicto debido al
modo de explotación y la presión debido a la pobreza que ya raya con la
indigencia.
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