jueves, 20 de diciembre de 2012



NAVIDAD TODO EL AÑO PARA ECOPETROL


Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Loco-mbiano

La noticia del día para Locombia puede ser un placebo algo raro. De esos tragos o pastillas que se toman para paliar una enfermedad amarga. La prensa de ayer anunciaba como un gran hit en el congreso que en la reforma tributaria figuraba un descuento, al alto precio de nuestra gasolina, de 400 o 200 pesitos por galón.

Este país del sagrado corazón del neoliberalismo se ha vuelto un loquito despelucado. Anda por ahí suelto, sin nadie quien le cuide sus bolsillos. Todos se aprovechan de él. Con riqueza en fauna, flora, selvas, montañas, ríos, minas y unos millones de habitantes que tributan como torrentes de agua al mar insaciable llamado Estado. Por eso lo llamo con el desmirriado nombre de Locombia. Así lo han convertido nuestros gobernantes.

Se han inventado ya hace lustros la figura de las empresas industriales y comerciales del estado que le dieron al gobierno la facultad de convertir en el oro de Midas a lo que debe ser un servicio y bien público.

Hoy que ninguno de los herederos de las fortunas que amasaron los pioneros de la industria nacional cuando fundaron textileras, acerías, aserríos, quieren fundar nuevas empresas, el Estado ha querido aprovechar su poder para dotar a Ecopetrol mes a mes de recolector de capital para formar otra mina con los aumentos mensuales al precio de gasolina.

Es doctrina constitucional que las empresas del Estado deben tener su presupuesto y servir para el fin que fueron creadas. El fin del Estado no es negociar, buscar utilidades como cualquier capitalista o mercader. Y menos, aprovechar que tiene la sartén por el mango para autorizar imponer mes a mes una cuota impositiva para engrandecer el apetito de ganancias por punta y punta.

Una empresa de esta naturaleza debe ser autosostenible desde su creación. Y no venir a ofrecer como se ha hecho por medio de venta de acciones y además a gravar a las amas de casa y quienes tienen un irrisorio salario minino a que paguen cada mes un gramo más de sus fondos para que sus acciones se valoricen.

El senador Luis Fernando Velasco quiso ser un Quijote frente a estos molinos de aspas que horadan la tierra con picos de socios internacionales que pagan miserables regalías o gozan de períodos muertos por años para pagar impuestos al estado. Pero al pueblo sí le sacan como con aguja hipodérmica, cada mes, una porción de su sangre.

Ahora el Congreso quiere cantar victoria concediendo o “devolviendo” un poquito de la sangre que ha sacado Ecopetrol para sus arcas llenas. Para pagar altos sueldos a sus empleados, para tapar la boca sus dirigentes sindicales, para viajes, viáticos, exploración inútil de pozos en tierras útiles con desplazamiento de pobladores. Y no se siente culpable de haber cobrado impuesto disfrazado por encima del hambre de quienes tienen aún estufa de querosene, casi como los hombres antediluvianos y de los que tienen un carro viejo. Porque los de arriba no pagan su gasolina.

¿Cuántos meses de varios años Ecopetrol ha estado cobrando mes a mes 100 pesitos o 150 pesitos que sumados ya llevan como dos mil quinientos pesos, de más sobre el precio real, como lo ha demostrado el senador Velasco? ¿Qué regalo de navidad para el ciudadano es que le “rebajen” 400 o 200 pesitos ahora y que no le se le añadirán a su salario minino? ¿Acaso la propuesta no era que rebajaran mil pesitos? ¿Y dónde quedan los otros mil cien pesos?*

20-12-12                     9:10 a.m.

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