Reinel Gutiérrez
La convivencia de los seres humanos no es fácil a pesar de todos los preceptos religiosos, éticos, políticos, culturales, educativos, militares, o cívicos.
Una gran filosofa -doña Florinda- sigue enseñando por la televisión que no hay que juntarse con la chusma, y con el consejo que da a su amado hijo, expande su norma a todo el mundo.
Y buena parte del rebaño humano la admite como un código más, y la practica sin reticencia de ninguna naturaleza, ni pensar en discriminaciones, odios, rechazos o sentimiento de culpa.
No mezclarse con la plebe, se considera que está bien, y para ello hay que dividir a las personas en estratos, razas, religiones, en gobernantes y obedientes.
Para no juntarse hay que construir conjuntos cerrados, condominios y fortalezas prohibidos donde solo están los exclusivos. También murallas, muros, y cercas para que la oveja negra no penetre al potrero donde están las blancas, y menos el lobo feroz.
Con esta actitud no se construye tolerancia, y la gente nunca ha estado, no está, ni estará en paz, así se mantengan demagógicos actos o procesos al respecto, de los cuales se sacan coyunturales beneficios electorales. "Amaos los unos a los otros", dice la sentencia divina, pero… ¿a la chusma, también?
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