Por Néstor Raúl Charrupí Jiménez
Murió ESTABAN CABEZAS, el ultimo Babalao que tenia Colombia vivo, el más célebre Grioh de la Costa Pacífica Colombiana y murió cumpliendo aparentemente el designio de todo ser viviente, nacer, crecer, reproducirse y morir; pero este Babalao, no solo dejó huella, sino que hizo camino al andar, como en la canción de Serrat.
En su humanidad se fungió la tri- etnia, con preponderancia del negro primero, del indígena y el mestizaje después; su inteligencia fue inconmensurable, manejaba la ironía como los dioses y respondía a ciertas petulancias, tan de moda en estos tiempos, con sarcasmos.
Una canción en particular lo inmortalizó, tanto a él como a su amada esposa de aquel entonces, LEONOR GONZALEZ MINA, la Negra Grande de Colombia, que bonito, no acumuló riquezas pero si buenos recuerdos, eso es bellísimo, repudiaba a los dirigentes negros aviesos que corrompían comprando o vendiéndose, así perteneciesen al mismísimo JULIO ARBOLEDA, el más grande y célebre esclavista que tuvo Colombia en el siglo XIX, repetía con insistencia.
Aprendimos con este hombre que lo de negro, más que una fisónoma objetiva, es un concepto ligado a una lucha de clases, que nos obliga a saber de dónde venimos… Por qué vinimos… Cómo vinimos… Y a qué vinimos… Por ello, el hombre negro desligado del concepto macro no es más que un pobre negro.
Detestaba ese gran cumulo de “asociaciones” de afros de carácter asistencialista, que terminan por desdibujar el problema central, “en aras de unas cuantas monedas de plata”, que nos hacen aparecer como menesterosos ante el arrogante gobierno central, al cual acudimos en pos de las lisonjas casi sin reato alguno y terminando en vergonzosas guerras individualistas, además, con nuestros propios hermanos y con los problemas de pobreza de las comunidades negras acentuados.
Creía que la dignidad y el reclamo justo era el camino para atacar la extrema pobreza que rodea a estas comunidades, sostenía que el negro asimilado, el que no se atrevía a denunciar, el negro pacifico, era el peor enemigo del negro, pues reclamo sin protesta no existe y los negros aduladores del establecimiento, pueda que consigan eventualmente vivir individualmente mejor que sus hermanos negros, pero que tristeza verlos morir sin realmente haber luchado por la libertad y la igualdad de sus hermanos, lo cual no se consigue sino con organización y lucha.
Gracias mil, Esteban, por habernos puesto tu inteligencia, tu folklor, tu poesía y por sobre todo, tu carisma, a nombre de toda la Costa Pacifica Colombiana; no sé si en el gobierno te llorarán, eso no nos interesa; nosotros te estamos llorando y buscando cómo emularte, porque los Grioh (bibliotecas ambulantes africanas) como usted, no se pueden acabar; además, recuerde allá en la ultratumba que fue el último Babalao colombiano, aquel que para despedirlo solo tenemos que repetirle una estrofa de una de sus inmortales canciones: “aunque mi amo me mate, a la mina no voy, no quiero morirme en un socavón - don Pedro es tu amo, el te compró… se compra a los hombres, a las almas no. Negro he sido, negro soy, negro vengo ayer, mañana y hoy…”.
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