sábado, 1 de diciembre de 2012

A propósito de la muerte de Guillermo Quiróz


Por: Luis Barrera
Editor Proclama del Cauca

Aunque la Policía Nacional destituyó de forma provisional a tres agentes por la muerte el pasado martes del periodista Guillermo Quiroz, quien siete días antes había sido fuertemente golpeado cuando se dirigía a cubrir una protesta contra la multinacional Pacific Rubiales, nada ni nadie, va a sustituir este absurdo y violento fallecimiento que deja una familia en luto e indignado al periodismo colombiano, como a la opinión pública.

Mientras se aclaran e investigan los hechos, creemos que lamentablemente estos inexplicables actos contra la integridad de un periodista no deberán volver ocurrir jamás porque se estaría violentando el derecho a la libre expresión y la libertad de prensa en nuestro medio, máxime por un mal procedimiento de algunos miembros de una institución tan respetable como es nuestra Policía Nacional, que pese a que aún tiene obvios errores y fallas en su personal y talento humano, sigue siendo uno de los pilares de nuestra seguridad y democracia.

En muchas poblaciones y círculos sociales, la Policía desgraciadamente no inspira confianza y hay quienes siempre confiesan: “Es mejor la seguridad que la policía”. Claro, como en toda institución, pese a los filtros y principios que se inculcan, no deja de colarse cualquier desadaptado, hampón o criminal que hace el papel de manzana podrida y son siempre quienes terminan enlodando una institución que con actos de torpeza, intolerancia y abuso de poder, cometen esta clase de atropellos, a veces inhumanos y desproporcionados.

Nos duele, y obviamente rechazamos la muerte de Guillermo Quiróz, perteneciente al Colegio Nacional de Periodistas de Sucre, porque con su confusa y consecuencial muerte, también en el fondo se está violentando de alguna manera, el derecho a la libre expresión que es uno de los más fundamentales, ya que es esencial a la lucha para el respeto y promoción de todos los derechos humanos. Sin la habilidad de opinar libremente, de denunciar injusticias y clamar cambios, el hombre y la sociedad están condenados a la opresión.

Desde el Cauca, en PROCLAMA, condenamos las circunstancias de su lamentable desaparición, y por estas mismas razones consideramos que el derecho a la libre expresión es uno de los más amenazados, y que hechos como estos no deben repetirse en Colombia.

Que el Gobierno Nacional, que es presidido por un excelente periodista y sensible demócrata, como lo ha demostrado siempre Juan Manuel Santos Calderón, debe rechazar enérgicamente esta clase de intolerancias y procedimientos, porque no estamos en un gobierno represor que quiere impedir cambios, como tampoco nos dirigen personas individuales o instituciones tan civilistas como nuestra Policía Nacional que quieren imponer sus intereses e ideologías o valores personales, callando los otros.

La lucha por la libertad de expresión nos corresponde a todos, ya que es la lucha por la libertad de expresar nuestro propio individualismo. Respetar la libertad de los demás a decir cualquier cosa, por más ofensiva que la consideremos, es respetar nuestra propia libertad de palabra.

No sobra recordar desde estas páginas del periodismo regional que todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de poder investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, obstáculos o atropellos por cualquier medio de expresión.

Guillermo Quiroz, era un periodista de 31 años, trabajaba en esa región para distintos medios radiales, impresos y de televisión, y el 20 de noviembre se disponía a cubrir una protesta cuando fue abordado por varios policías que le pidieron los documentos de la moto que conducía, según Francisco Barrios, director de Notisabanas, televisión para la que colaboraba.

Poco antes de fallecer el periodista narró ante las cámaras de televisión la golpiza que le propinaron algunos miembros de la Policía y que como producto de los traumas se originó su lamentable muerte.

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