Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Loco-mbiano
Las comunicaciones, la prensa, la opinión pública hoy tienen un espectro tan amplio que hace unos 10 años no se podía sospechar. La tecnología ha llegado a tener una importancia tal y un desarrollo tan acelerado que hasta ahora no se ha calculado su impacto en muchas actividades públicas y privadas.
La internet con los millonarios usuarios de correos electrónicos, el facebook, el tweeter, el skype llenan el espacio de ondas. Ya no hay manera de frenar el auge de información, de diálogos, de mensajes que cruzan ante nosotros mediante el uso de estas redes en nuestra sociedad ultramoderna. Nadie puede desconocer el influjo del uso de los nuevos canales de comunicación que google, yahoo, microsoft, une, claro con los instrumentos que la tecnología, ha puesto a nuestro servicio.
Es tanta la influencia, el poder de estos medios que el uso de teléfono convencional y los periódicos impresos han caído en desuso, la Tv ha bajado sus niveles de popularidad, que la TV se vale de las redes para aumentar su sintonía y la radio acude con desesperación al favor de los tuiteros para captar oyentes. La invasión de las redes sociales es una fuerza incontenible que llena ojos, oídos y provoca una sed irresistible. Es un termómetro que marca la fiebre de imágenes, de hacer sonar la voz y de expresarse libremente.
En las calles, en los buses, en los aeropuertos, en los restaurantes ejecutivos de cuenta y sin cuenta tienen listos y en la mira sus blackberrys, los jóvenes en colegios, universidades, los empleados en sus oficinas, las madres y empleadas domésticas en las casas tienen sus celulares prendidos y esperan el sonido del tono y se apresuran a contestar. Millones de computadores en almacenes, oficinas gubernamentales, en congresos de negocios, oficinas de turismo, embajadas tienen la pantalla en movimiento mostrando cada segundo imágenes, fotos, noticias con molestas pautas publicitarias.
Sí. Todos lo reconocen. La tecnología nos tiene dominados. Solo el senador Roy Barreras*, de la misma patente y estirpe del señor Corzo, le quiere volver la espalda a la realidad. Advierte que la opinión que divulguen las redes sociales no tendrá ningún valor para calibrar el peso de la opinión frente a la elección del procurador.
Esa herencia olímpica de no escuchar y tener en cuenta la opinión del pueblo es lo que está causando el repudio a los manejos del actual congreso que ha sido elegido popularmente. Pero que desconoce su voz. Cuando no es un escándalo es un carrusel, cuando no es un pupitrazo a una falsa reforma será la aprobación a un fuero que dejará por fuera delitos como los de los policías* de la vía Cúcuta a Ocaña. Parece que el Congreso se impondrá a sus impedimentos y votará con el rabo quemado por los nombramientos en la Procuraduría.
¿No bastará la serie de 28 recusaciones* que la ONG Elección visible interpuso ante el fresco Roy Barreras que no cree en la existencia de una opinión formada en las redes sociales que se pronuncian contra tamaña tropelía?
26-11-12 2:55 p.m.
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