jueves, 9 de agosto de 2012

RECINTO


Rodrigo Valencia Q
Especial para Proclama del Cauca

Recinto, pintura de Rodrigo Valencia Q

Contemplar es la clave para entrar. Adentro, un mundo sin sospechas ni complicaciones del entendimiento, la esencia para cierta solitud; pero nada acontecerá si no vemos lo que fundamenta toda percepción: alcanzar la unión con el objeto, hacer del evento una puerta que suprime las palabras. Toda razón estorba, toda pregunta sobra. Sensualidad geométrica pura, atmósferas entre ese azul que nos gobierna el ojo y el gris-blanco que invita a la serenidad. La geometría construye; la rectitud blanda de las formas es espacio sin dureza, invita a cierta quietud sin supremos alborozos. Serenidad sin explicaciones; toda intromisión de la razón sobra, anula la contemplación. Pero es posible el canto, la melodía silenciosa, la nube que sostiene la apacible longitud del momento; sin embargo, no hay tiempo contable, no hay acusaciones ni discriminaciones. Cualquier cuadrado-rectángulo-círculo de esos es signo sin significación premeditada; sólo forma, color, sensación. Una vez adentro, el recinto se ilumina con su propia vida; sostiene la mirada dentro de la sensual elasticidad de los espacios, y entonces el adentro no es distinto del afuera. Somos conciencia que vive de sí misma, en sí misma, para sí misma. El cuadro lo indica, si, como un mandala, nos logra abrir el sentido perceptual puro. Escuchen: allí hay pasadizos sin dimensiones, cada elemento es de por sí un indicativo de totalidad; la totalidad no es fragmentación; el golpe de vista decide cada gesto unitivo. La razón se ha suprimido, la sensibilidad suplanta cualquier argumentación si se sabe ver, captar, ensimismarse fuera del tiempo y sus vicisitudes ambulantes. El recinto, si lo abres, es ensimismamiento puro, subjetividad sin zaguanes mediadores, espacio para entender que no hay nada que entender en este cuadro abstracto. Sólo requiere actitud para la entrega, para romper el prejuicio que ataja la mirada. Pero, naturalmente, la construcción de la pintura es un evento razonado, un tránsito en el tiempo, esfuerzo que se desarrolló desde el caos inicial hasta llegar a la armonía.

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