Por Nori Sulay Gómez Vargas
Los habitantes de la vereda Agua Azul decidieron hacer una manifestación pacífica ante el inminente
riesgo que corren día tras día a causa de la explotación de sus suelos para
sustraer la arcilla.
Hace muchos años vienen protestando y denunciando el perjuicio que
causa toda la infraestructura requerida para la explotación de los suelos de
esta vereda que pertenece a Caloto y en mayor extensión a Villa Rica. Sus
pobladores se quejan por la falta de agua en los aljibes, las inmensas lagunas
que crean y que son llenadas con aguas lluvias, la proliferación de los
mosquitos y las múltiples enfermedades que empiezan a presentar cada uno de los
pobladores sobre todo los niños, además de argumentar el deterioro y la
inminente desaparición de la finca tradicional, que hoy no es por el
mono-cultivo de la caña de azúcar sino por la falta de suelo.
Cada vez que comienza un nuevo proyecto de extracción de arcilla se
escoge un diferente terreno; se abandona el anterior, que se llena
paulatinamente y a su paso va arrasando con las propiedades vecinas
acrecentando cada vez más las lagunas artificiales que posee esta vereda,
lagunas en las cuales se han registrado personas ahogadas y que no están lejos
de donde transitan y viven estos habitantes que ven con tristeza cómo está
desapareciendo la tierra fértil que sirvió de abastecimiento en productos
agrícolas la cabecera municipal y un recurso natural como la arcilla con la
cual sus antepasados fabricaban vasijas, materas y ladrillos en sus galpones
artesanales que ahora recibirían el nombre de microempresas, estas de carácter
familiar y no tan destructivo como las empresas que en esta zona utilizan
maquinaria pesada para hacerse al recurso natural en poco tiempo y así
abastecer de materia prima las ladrilleras San Benito, La Sultana y otras de
igual dimensión asentadas en la región.
La empresa encargada informó que están laborando con el amparo de
la ley pues afirman que tienen permiso del Ministerio de Minas y la CRC, a los
cuales deben entregar un informe de impacto ambiental y pruebas en las que se
evidencie que no se sobrepasa del límite o polígono permitido que oscila entre
30 hectáreas de tierra aproximadamente.
Mientras tanto sigue la incertidumbre en Agua Azul por la
desaparición del suelo lo que pone a pensar a los campesinos donde irán a parar.
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