Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Locombiano
Dial de las encuestas han
descansado en 43 sobre 100. O sea, apenas 2.9 sobre 5. Un balance muy pobre en
dos años para un Jefe de Estado que ha tenido las mayorías en el Congreso y que
empezó con un 85 por ciento, un alto bulto de reservas de confianza en su
gestión.
El gobierno Santos se puede
denominar por el pueblo hoy en día, un salterio de anuncios. Mucha sonrisa
cuando habla, mucha suavidad, en la palabra, mucho viaje a la escena de los
acontecimientos, pero ya su presencia se anticipa como la de un ave de mal
agüero. Dirá que todo se va a mejorar, que se van a hacer todos los arreglos,
que se va a destinar un billón o unos cuantos millones de pesos. Pero pasan los
días, los meses y dos años y… de aquello, nada.
Está repitiéndose el cuento del
pastorcito. Ya el pueblo se lo sabe de memoria. Tiene un gabinete Santos que no
le camina, o que lo imita a la perfección. Los de Defensa y Minas se parecen en
el lenguaje: a toda hora culpan a la guerrilla de los males que aquejan a la
Nación. El de Transporte sabe manejar bien los hilos de su astucia y parece que
las obras en las carreteras lo ayudaran. Está gozando de lo que le dejó el
anterior. La educación no mejora y todo se ha quedado en promesas. Hace falta
otra Agencia que impulse.
Planeación, Hacienda, la Dian,
Colpensiones, Banco de la República, Comercio, parece que fuera un engranaje
familiar. Cuando hablan dan la sensación de que todo está muy bien. Aquí no
pasa nada y a Colombia no le afectará el desplome de la Eurozona. El TLC va muy
bien. A la inversión extranjera va en la dirección correcta y hay grandes
expectativas en las nuevas tierras que se van a entregar en reparación a
víctimas.
El Mintrabajo parece un
monosabio. Mudo en su barrera ve cómo las cooperativas de trabajo siguen
haciendo de las suyas con las tercerías. Como que no le importa mucho que la ONU
y los sindicatos de EE. UU. digan que los compromisos previos a la ratificación
del TLC han seguido con el freno en primera. La Ministra de Justicia y la de
Salud empezaron hablando duro pero poco a poco han ido desfalleciendo. La
Cancillería tiene a su favor que tiene en la nuca a su vecino, pero la persigue
el fantasma de Nicaragua. Minagricultura ha sostenido la caña y se afana por
animar la entrega de unas tierras que como golondrinas no volverán. Y Minminas
seguirá diciendo que la inversión extranjera es la salvación del PIB, pero lo
cierto es que la erosión, la sequía, la contaminación de aguas, la
deforestación para él no cuentan. Son mejores las regalías que produce Cerro
Matoso.
El “Ejecutivo” no camina y eso es
un mal síntoma de todo lo demás. ¿Acaso funcionaron las locomotoras? La nueva
burocracia de las agencias no ha puesto a marchar los ministerios, que fue la
idea. Ni Ministerios ni Agencias y mucho despilfarro. ¿Lo peor? Que Santos
ofreció no proponer en su mandato una reforma Tributaria. ¿Pero, acaso sí
funciona el Congreso? ¿Acaso no se están desbarajustando las Cortes? La
Política, las cuentas de las cuotas burocráticas. En toda parte es lo mismo.
También estas dos últimas locomotoras no marchan. El viajante que espera en la
estación no verá en estos cuatros años que llegue un solo vagón del tren.
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