Por Alfonso J. Luna Geller
Si por ejemplo, usted vive en Guapi, y tiene que pagar los $30.000 de impuesto de registro que le exigen para inscribir un acto, contrato o negocio jurídico documental, exclusivamente lo puede hacer en el centro, en la capital, en Popayán (por el ancestral atraso y centralismo que caracteriza al Cauca); entonces, debe gastarse como mínimo $880.000 que cuesta viajar desde este municipio costero hasta Cali por Satena; de allí a Popayán por la panamericana, para ahorrar costos y poder apreciar la inútil gestión oficial para el arreglo de dos puentes volados con explosivos hace más de ocho meses, que siguen tal como si apenas ayer hubieran ocurrido las detonaciones; permanecer en Popayán por lo menos dos días y deshacer el recorrido con su recibito; debe hacerlo feliz, porque seguramente el funcionario que recauda no estaba incapacitado ni en capacitación, rogando que todavía lo estén esperando para cerrar el negocio. El Cauca es un departamento costero sobre el Pacífico pero el litoral está totalmente aislado del resto de la región; si el caucano quiere conocer el mar, le queda más fácil llegar por tierra a Tolú, Coveñas, Cartagena o la Guajira que a Guapi, Timbiquí o López.
En cambio, si usted vive en Piamonte, el municipio petrolero del sur del Cauca, para pagar esos mismos 30 mil pesitos, también tiene que ir a Popayán. Entonces debe pasearse por tres departamentos para llegar. Pero es fácil, es como tomarse unas vacaciones: debe salir del pueblo hacia el muelle, abordar una canoa que se desplaza por el río Caquetá en un eterno y riesgoso viaje para arribar a Villagarzón, en el Putumayo, donde toma un camión (por allá no hay buses) que lo deja, sorteando inconcebibles trances, en la ciudad de Mocoa. Como apenas está en la cuarta parte del trayecto, debe decidir si hace el martirizante viaje Mocoa-Popayán (sale un bus diario a las cinco de la tarde), pero aconsejan que es “mejor” llegar por la ruta Pitalito (Huila), por donde tiene la oportunidad de vivir aventuras insospechadas y volver a conocer, al entrar al Cauca, el rezago económico-social que padecen las comunidades del oriente del departamento; descansa cuando llegue a Popayán, si psicológicamente puede, hasta que al fin pueda pararse frente a una ventanilla donde es atendido por unos funcionarios a punto de jubilarse, aunque les falta edad, que “comprenden perfectamente” todo lo que le tocó hacer para dejarle a la burocracia del centro su precioso aporte, supuestamente para la salud y el pasivo pensional de algunos caucanos, y con una “sonrisa amable” le expiden el dichoso recibo por 30.000 ‘pesitos’. Tranquilo, porque apenas está a mitad de camino. ¡Feliz regreso! me imagino que le desean quienes logran vislumbrar todo lo que usted, como otro héroe colombiano, tiene que hacer para compensar la absoluta falta de creatividad y capacidad de quienes asumen el gobierno regional dizque para facilitar la vida del ciudadano. Su regreso al municipio petrolero del Cauca, donde ya están acostumbrados a la exclusión, es igual pero obviamente peor. (¿Alguien sabe si al Cauca le tocan regalías por la explotación y producción petrolera, y qué las hacen?).
Pero la “dicha” y el despojo económico que se padece para pagar el ‘bendito’ impuesto de registro no sólo es para los de la costa, el sur, el oriente o el norte, también para quienes viven en los municipios del centro, todos deben viajar a Popayán, porque recaudarlo en la fuente es otro gravísimo problema de Estado que ningún gobernador ha podido resolver. Al fin y al cabo, estamos en el Cauca, el departamento más atrasado de este país, gracias a ellos ¿o a quiénes?
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