martes, 5 de marzo de 2013

Reflexiones sobre el campo


Mujer Campesina

Adriana Campo

Se celebra el día internacional de la mujer el 8 de marzo, el lema de este año es «Una promesa es una promesa: Es hora de actuar para acabar con la violencia contra la mujer».

Dada la situación del país con motivo del paro cafetero cobra especial importancia el papel de la mujer campesina colombiana como víctima de la discriminación, como lo podemos apreciar en las condiciones de vulnerabilidad en que sobrevive en el contexto de la sociedad colombiana.

Como protagonista de la vida rural afronta la desigualdad en la adquisición de bienes y servicios básicos con respecto al sector urbano, toda vez que las políticas públicas y el presupuesto gubernamental, en elevado porcentaje, está destinado a los centros urbanos, aumentando la brecha con relación al campo.

Frente a su condición de género la mujer campesina carga sobre su espalda el peso por pertenecer a una sociedad patriarcal, tanto que la propiedad de la tierra cultivable está en manos de los hombres, quienes se atribuyen el poder de decidir sobre la producción y distribución del trabajo familiar, fenómeno social que influye poderosamente en el sistema sucesoral, ya que tradicionalmente la preferencia patrimonial gira en torno al hombre, quien mantiene el papel de jefe de hogar, mientras a la mujer se la ubica en el trabajo doméstico, situación conduce a la pobreza, limita las formas de participación laboral, reduce los ingresos comparativamente con el hombre, afecta sus derecho a la educación y salud y contribuye a fortalecer el sistema patriarcal, que la confina a ser objeto y no sujeto de la vida familiar y social.

Así mismo, soporta con más rigor la violencia del conflicto armado que vive nuestro país, bien como víctima del desplazamiento, reclutamiento adolescente para la guerra, deserción escolar y esclavitud sexual, sin desconocer que en el marco de la violencia intrafamiliar, como niña o adolescente, ocupa altos porcentajes de agresiones contra su dignidad, y, como si fuera poco, el panorama es más desolador si observamos las condiciones de pobreza en que vive en las comunidades indígenas o afro-descendientes.

No obstante, a pesar de la segregación social, familiar, económica, política y cultural a que es sometida, la mujer, ha conquistado espacios protagónicos en la sociedad colombiana, como líder campesina, empresarial, dirigente política y en el sector público, hechos que crean confianza en que si es posible alcanzar una sociedad justa e incluyente, donde la mujer marche en igualdad de condiciones con el hombre construyendo país, justicia social y democracia.

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