CARLOS E. CAÑAR SARRIA
Difícil que un gobierno de corte
liberal como el de Juan Manuel Santos no pensase desde un comienzo en la
necesidad de encontrar caminos hacia la consecución de una paz estable y
duradera. No sólo Santos, muchos gobiernos ya sean liberales, conservadores o
de otras corrientes, han estado interesados en la búsqueda de una salida
negociada al conflicto armado en nuestro país.
La paz es un derecho y un deber constitucional, la
iniciativa la debe dar el Gobierno y la debemos respaldar todos los
colombianos. Mirar con optimismo esa posibilidad no tiene nada de malo ni se
puede criminalizar. Es una necesidad histórica frenar el derramamiento de
sangre y los altos costos económicos de la guerra, recursos que podrían ser
útiles en inversión social en un país donde los índices de desarrollo humano
son realmente vergonzosos.
Se escucha que discretamente el
Gobierno viene adelantando en Cuba conversaciones con las Farc, lo que ha dado
lugar a pronunciamientos del expresidente Uribe en contra de estos diálogos. El
expresidente Uribe debe entender que no se le puede negar a su sucesor y al
resto de colombianos su derecho legítimo a encontrar mecanismos de
entendimiento entre los actores de una guerra que ya llega a los cincuenta
años. “La paz es la victoria” ha señalado de manera categórica el presidente
Santos como respuesta a los ataques verbales de Uribe. El día de su posesión,
Santos se refirió a la “llave de la paz”, aludiendo al hecho de mantener las
puertas abiertas para la pacificación del país, a la vez que ha venido
advirtiendo que la paz no se haría a cualquier precio.
Así como con la guerra perdemos
todos, con la paz ganamos todos. El presidente Santos está en su derecho de
buscar caminos de entendimiento con los grupos subversivos; que puedan en un
futuro traducirse en acuerdos que signifiquen construir tejido social que
valide la posibilidad de respirar un ambiente de seguridad y prosperidad.
Que se han dado fallidos procesos
de paz y que por ello hay desconfianza es cierto; pero ello en nada justifica
renunciar definitivamente a seguir insistiendo en la necesidad y en la
posibilidad de la convivencia civilizada. Han existido procesos de paz
difíciles, complicados, con enemigos y detractores pero al final con resultados
exitosos. Ejemplo de ello es “La Iniciativa para la Paz” del presidente
liberal, Virgilio Barco Vargas. El presidente Virgilio Barco logró la
desmovilización del M-19, el EPL, el Quintín Lame y el PRT. No todos los grupos
alzados en armas se desmovilizaron, pero lo que logró Barco fue algo
significativo para la paz del país. No fue fácil lo alcanzado en el proceso
como lo demostramos en tesis que nos permitió el título de Magister, en
Unicauca hace tres lustros. Si Santos en verdad está buscando la paz y hay
adelantadas conversaciones, ya es tiempo de dar a conocer su Iniciativa. No
puede mantenerse en secreto algo que nos compete a todos los colombianos.
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