Por Pbro. Edwar Andrade
Párroco Iglesia Stma. Trinidad
Santander de Quilichao, Cauca
“Si alguien no tiene cuidado de los suyos,
principalmente de sus familiares, ha renegado de la fe y es peor que un infiel”
(1 Timoteo 5,8).
La Lectura del capítulo 13 de la 1 Carta
a los Corintios, nos ayuda a comprender más lo que significa el amor cristiano.
En una ocasión una persona comenzó a leer el siguiente texto: El amor alienta,
el odio abate; el amor sonríe, el odio gruñe; el amor atrae, el odio rechaza;
el amor confía, el odio sospecha; el amor enternece, el odio enardece; el amor
canta, el odio espanta; el amor tranquiliza, el odio excita; el amor guarda
silencio, el odio vocifera; el amor edifica, el odio destruye; el amor siembra,
el odio arranca; amor espera, el odio desespera; el amor consuela,
el odio exaspera. El amor suaviza, el odio irrita; el amor aclara, el odio
confunde, el amor perdona, el odio intriga; el amor vivifica, el odio mata; el
amor es dulce, el odio es amargo; el amor es pacífico, el odio es explosivo; el
amor es veraz, el odio es mentiroso; el amor es luminoso, el odio es tenebroso;
el amor es humilde, el odio es altanero, el amor es sumiso, el odio es
jactancioso; el amor es manso, el odio es belicoso; el amor es espiritual, el
odio es carnal; el amor es sublime, el odio es triste. Podemos preguntarnos:
¿Cuáles son las características del amor que estamos tratando de vivir en
nuestra familia y comunidad?
San Pablo en su primera Carta a Timoteo dice:
“Si alguien
no tiene cuidado de los suyos, principalmente de sus familiares, ha renegado de
la fe y es peor que un infiel” (1 Timoteo 5,8). Así que nuestra casa, nuestra familia
debe ser nuestra primera comunidad y debemos compartir la oración, actividades,
alegrías, trabajos, anhelos e ideales. De igual manera, sentimos la necesidad de unirnos,
despojándonos de nuestro egoísmo, sirviendo a los demás, amando a nuestros
hermanos con el amor fraterno que Jesús enseñó. De igual manera Jesús responde
alimentándonos, haciendo que vivamos los dones del Espíritu Santo que sólo se
manifiestan en comunidad, con un grupo de personas que teniendo un mismo
espíritu, un mismo Padre, comparten con los hermanos, teniendo en común su fe,
su amor, sus metas, sus vidas, aprenden juntos a vivir la vida nueva que Dios
les señala “hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del
conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado del hombre perfecto, a la
madurez de la plenitud de Cristo” (Efesios 4, 13). Viviendo en
comunidad aprendemos a ser servidores de la gracia obedeciendo al Espíritu
Santo a través del orden y la obediencia a nuestros pastores y nuestros
hermanos. Sólo viviendo en comunidad podremos practicar verdaderamente la
obediencia a nuestros pastores y a nuestros hermanos. Sólo viviendo en
comunidad podremos practicar verdaderamente la obediencia creciendo como cuerpo
de Cristo y logrando la madurez cristiana que caracterizó a los primeros
cristianos. La Iglesia es el cuerpo de Cristo. Las comunidades cristianas son células;
sin embargo, una pequeña comunidad cristiana donde todas las personas se han
convertido al Señor y han recibido la plenitud del espíritu, se puede
considerar un solo cuerpo, el CUERPO DE CRISTO RESUCITADO “Ahora
bien, , vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte”
(1 Corintios
12, 27). La unión con la comunidad nos ayuda a vivir como buenos
cristianos, de otro modo no tendremos la fuerza suficiente para hacerlo. Dios
habla a su pueblo y pacta con él. Él reparte sus dones especiales, que no
tienen objeto si estamos solos. En la comunidad se recibe la orientación, la
ayuda, fuerza, pastoreo, alimento y ejemplo. Estas y otras bendiciones las
recibimos en la medida en que comencemos a servir a los demás, en que nos
integremos a la comunidad. El que cree y ama hace todo lo que puede y deja lo
demás en manos de Aquél que es el dueño del mundo, de los corazones de los hombres,
de los acontecimientos.
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