POR LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
http://www.caracol.com.co/noticias/actualidad/esta-es-la-columna-de-cecilia-orozco-en-el-espectador/
Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Locombiano
“El verdadero periodismo es intencional,
a saber: aquel que se fija un objetivo
y que intenta provocar algún tipo de
cambio.
No hay otro periodismo posible”
Ryszard Kapuscinski, bielorruso. Epígrafe de Proclamanortecauca.
La
libertad es como el arco iris. Tiene amplio espectro. Allí caben todos los
colores. Y a nadie le puede extrañar que salga todas las tardes, especialmente
cuando amenaza lluvia o se acaba una tormenta. El arco iris tranquiliza, es un
signo de esperanza.
Qué
le vamos a hacer si el hombre usa su libertad de locomoción, de culto, de
asociación, de prensa, de expresión, de escoger profesión, de pensamiento. Si
existe libertad hay democracia. Nadie le pide a la Naturaleza que no salga el
sol, que no venga la lluvia, que no se abran las flores, que no haya
nubarrones. La Naturaleza es libre de seguir su ley. Y la sociedad es libre
para organizarse.
Los
tres “poderes”, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial existen y tienen la
autonomía que les da la Constitución. Pero están en función de los grandes
destinos que tiene un país y su pueblo. Esos poderes no son absolutos ni
soberanos, no se pueden ejercer con tiranía, como vientos huracanados que
arrasan con lo que encuentran a su paso y que parece les “estorbara”.
Las
tres ramas del poder público tienen la función de armonizar los altos intereses
de la Nación sin intromisiones del uno con el otro. Su estructura está definida
con claridad meridiana en el Capítulo I del Título V de nuestra Carta Magna.
Pocas líneas, pero suficientes, para que no haya desborde. Sus magistrados,
como en la antigua Grecia y Roma de Justiniano, eran seleccionados entre los
mejores jueces y representaban y defendían los altos intereses de los
asociados.
Y
el país colombiano, sobre todo en épocas de crisis moral, ha mirado a su
aparato judicial como un faro, como un arco iris, como un baluarte en donde se
defienden sus instituciones, se preservan los valores culturales y el
patrimonio ecológico e histórico. Aún está fresca la memoria de la valerosa actitud
de las Cortes Suprema y Constitucional para frenar los apetitos de congresistas
y el presidente pasado que amenazaban con llevar a la hecatombre al país y
ponerlo a rodar por el despeñadero de la corrupción y el crimen.
Colombia
ha mirado con sorpresa los movimientos de gobiernos dictatoriales que socavan
los grandes principios de cualquier pueblo. Nos ha asustado a veces el desborde
de políticas en el reino Unido, Argentina, Ecuador, Cuba, Egipto, Siria, en
donde la libertad de prensa y de expresión se ha visto amedrentada para
denunciar las lacras que corrompen la democracia y los derechos legítimos del
pueblo a conocer lo que ocurre tanto en los bajos fondos como en las alturas de
nuestras instituciones.
El
país está atónito con la actitud principesca y el celo excesivo de la propia
majestad que la Corte Suprema otrora tan altiva, la lleva a poner en el cepo a
dos mujeres que se han atrevido a opinar y señalar con el dedo y la pluma. No
son hombres, pero tienen las calzas ajustadas y son ejemplo de temple para
cualquier periodista. Huele, entonces, a inquisición, huele a revancha, huele a
misoginia, huele a persecución. Todo lo contrario de lo que uno espera de
servidores con el grado más alto del sentido de lo que es la libertad de prensa
y de opinión, base de la democracia.
Cuando
el periodismo toca la piel humana y duele es porque debajo hay pus o
enfermedad. Una columna obsecuente, sosa, que no busca el cambio en los actores
de la noticia es un remedo de periodismo. La Orozco y la Duzán han puesto en lo
alto el nombre de la opinión.
26-08-12
9:55 a.m.
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