lunes, 27 de agosto de 2012

“PAZ POLÍTICA”


Por Fernando Dorado G.

Ante la ausencia de una oposición que juegue realmente a la política, Uribe y las FARC son quienes llenan ese vacío.

Uribe ha entrado en la oposición absoluta. “En contra de todo”. Las FARC, apretando con atentados y acciones militares aisladas, se muestran dispuestas a conversar sobre un posible proceso de paz. “Cañan a Santos”.

Se avizoran tres posiciones cardinales:
  • La “paz uribista”, que es pacificación sobre la base del exterminio o derrota absoluta de las FARC. “Todo o nada”, desde la derecha recalcitrante.
  • La “paz política”, que sería un acuerdo de paz sobre la base de unas reformas políticas y la profundización de algunas políticas planteadas por Santos como la de restitución de tierras y de víctimas. “Acuerdo mínimo posible”, desde la moderación de todos los sectores políticos.
  • La “paz con justicia social” que sería un acuerdo de paz sobre la base de obtener reformas estructurales contra las políticas neoliberales. “La revolución” por acuerdo. “Todo o nada”, desde la izquierda extrema.

La “paz uribista” ya no pudo ser y no podía ser. Ocho años de grandes sacrificios, de aceptar la alianza con el paramilitarismo y la toma del Estado por parte de una mafia uribista, no fueron suficientes para derrotar plenamente a la guerrilla, aunque consiguió debilitarla.

La “paz con justicia social” era un sueño hasta el Caguán, cuando la guerrilla hizo la lectura errónea de que había alcanzado una paridad estratégica en el campo militar, y la oligarquía logró un acuerdo con los EE.UU. (Plan Colombia) para demostrarles su equivocación.

Si el Frente Farabundo Martí en El Salvador, que tenía una correlación de fuerza política muy superior a la que tiene hoy la guerrilla colombiana, básicamente desarrolló un “acuerdo político” para insertarse en la política salvadoreña, es evidente que en el caso colombiano la fórmula para poder salir y superar el conflicto tiene que ser la de una “paz política”.

Es evidente que esa debe ser la meta mínima. Si en las negociaciones se aspira a mucho más, eso debilitaría al gobierno frente a las fuerzas de derecha que van a protestar porque se le “está entregando el país a la guerrilla”.

Por ello, quienes desde la sociedad civil ya empiezan a atacar el proceso porque supuestamente la “paz santista” es “sin reformas y sin pueblo”, lo único que hacen es reforzar la línea tradicional de las FARC, que siempre confió más en lo militar que en lo político.

A las FARC les corresponde recuperar con un proceso de paz “político” parte de la credibilidad popular perdida, y prepararse para desde la civilidad adentrarse en un proceso lento y paciente de ganar a las mayorías para su política.

Si en medio de ese proceso, la izquierda – incluyendo el Polo, Marcha Patriótica, Congreso de los Pueblos, progresistas y otros sectores – se unen con claridad para participar unificadamente en los debates de Paz, que van a ser candentes, no sólo podrán ayudar a la guerrilla a salir de ese embeleco militarista sino que serán puntales para que la Nación y el pueblo en su conjunto superen esta fase de nuestra vida que ha sido una verdadera trampa mortal.

Si queremos obtener la “paz con justicia social” en una mesa de negociaciones, estaremos colocando todo el combustible para que Uribe tenga la segunda oportunidad de jugar – otra vez – a la “pacificación a todo costo”.

Esperemos no ser tan cegatones. 

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